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VUELVE

By 3 marzo, 2009diciembre 13th, 2014No Comments

Dos personas en mi vida me hicieron reaccionar tomándome la cara con las manos y diciéndome: “¡Vuelve, vuelve…!”.
Cuando las situaciones te ciegan, airado, no hay control… Necesitamos alguien que nos diga: “¡Vuelve, vuelve…!”.
“… Para liberar a la humanidad del miedo y de la miseria…” reza el Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948.
Parece que no lo hemos logrado…
Quizás, estamos esperando que alguien nos ayude, nos de la paz, nos provea, nos bendiga; pero llegó el momento de madurar y reconocer que somos nosotros quienes debemos “ser” la solución.

PASADO, PRESENTE Y FUTURO…
El 24 de marzo pasado, me sorprendió. Quizás, ¿por mi negación?
El domingo 23, tuvimos una reunión maravillosa en nuestro teatro, en Florida 683, subsuelo. Una Santa Cena llena de la presencia de Jesús.
Recibimos palabra, lloramos y, emocionados, salí con mis hijos para volver a casa. Camino a ella, fui para cargar combustible a la estación de servicio que se encuentra en Avenida Córdoba y Rodríguez Peña.
Venía por Callao, di la vuelta por Paraguay y, entonces, pasé por la placita, la que queda al costado del Palacio Pizzurno, la que nunca recuerdo el nombre (tal vez por un acto de mi subconsciente), la que tiene la calle perimetral como la calle Dorrego, en San Telmo.
Mi mente voló a un sábado por la tarde del invierno de 1975, cuando yo era un chico de 14 años lleno de ideales, cuando era un estudiante del Otto Krause participativo, insolente, que por locuras de reclamos y huelgas estudiantiles, había sido convocado por los activistas que en aquellos días yo admiraba, los mayores, los más pesados,
Al enterarse, mi papá me dijo: “Por ideales lo que quieras, pero Guillermo, nunca seas idiota útil”. Aquella tarde, esperábamos las indicaciones para algo específico cuando oímos un grito: “¡una batida…!”. Y la desesperación, correr, los coches verdes de Coordinación Federal, las frenadas…
Escapando, en un momento miré a mi alrededor. Éramos todos “perejiles”, ningún capo. En mi mente resonaron las palabras de mi viejo: “¡nunca idiota útil!”.
Enojado y desilusionado terminé aquella historia, pero mi nombre estaba en las agendas de muchos que desaparecieron.
Cambié de amistades, cambié de aire, me relacioné rápidamente con un vecino de nombre raro, Libio, él y su hermana eran buena gente.
El verano pasó y fuimos con los padres de ellos a bailar al Círculo de Suboficiales de la Fuerza Aérea.
Según me habían dicho, el papá trabajaba como gerente en un banco, yo sabía que había sido agregado aeronáutico de la Embajada Argentina en Italia.
El martes 23 de marzo de 1976, como todos los días y todavía con calores de verano, nos encontraríamos con Libio después de cenar. Pero Don Funari, que también se llamaba Libio, nos dijo: “Hoy no salen a la calle porque hoy es el golpe”.
Cuando íbamos al Otto Krause, que dista a 5 cuadras de la Casa Rosada, vimos los movimientos. De mis 15 años de vida, hasta ese momento, solo 6 los había vivido en democracia, pero nunca más de 2 años consecutivos.
Me invitaron a comer y, allí, Libio padre comentó que trabajaba en la SIDE y muy serio dijo: “Las listas que están saliendo para agarrar gente son impresionantes”. Luego hizo una pausa y mirándome a los ojos durante unos segundos, que para mí fueron interminables, concluyó: “a los que pude borrar, los borré”.
Recién después de 20 años, viendo la película La historia Oficial, entendí. Mientras Héctor Alterio y Chunchuna Villafañe discutían, la cara de Don Libio apareció en mi mente.
Mis hijos conocen la historia pero, jamás, los había llevado a esa plaza; la madrugada del lunes 24 de marzo de 2008, 32 años después, por primera vez, pasamos todos por allí.
Giré en la esquina y cuando entré en la estación de servicio un “¡Guillermooooo!” amigable, me sorprendió. El playero era un hermano de la iglesia que, feliz, empezaba su turno de servicio porque había estado en la Santa Cena.
Él no se dio cuenta, pero yo estaba impactado. Apenas había salido de mi pasado al dar vuelta en la esquina. Ahora, la imagen del presente aparecía con él y, viendo a mis hijos que estaban dentro del coche, vislumbré el futuro.
No debemos olvidar el pasado, pero hay que trabajar en el presente para desarrollar el futuro.
Pensé en mi Argentina…

CACEROLA Y BOMBO
En estos días se manifestaron los bombos y las cacerolas, produciendo un antagonismo entre ellos.
Previo a las soluciones, debemos recordar para entender, porque no hay arrepentimientos y los anacronismos y crisis se vuelven endémicos –se repiten cíclicamente- y epidémicos –contagiosos, pestíferos- cada vez con mayor virulencia. Como dijera Galeano: “debemos rescatar la memoria secuestrada…”.
Una buena memoria y conciencia nos inmuniza de esas viejas plagas…
La Sociedad Rural Argentina (SRA) es una organización que agrupa a los grandes hacendados y terratenientes.
Nació el 10 de Julio de 1866. Sus fundadores fueron José Martínez de Hoz, Eduardo Olivera, Lorenzo F. Agüero, Ramón Viton, Francisco B. Madero, Jorge Temperley, Ricardo B. Newton, Leonardo Pereyra, Mariano Casares, Jorge R. Stegman, Luis Amadeo, Claudio F. Stegman y Juan N. Fernández.
La SRA forma parte de El Grupo de los Ocho, que agrupa a las ocho organizaciones patronales de mayor poder en la Argentina: SRA, Unión Industrial Argentina, Cámara Argentina de Comercio, Cámara de la Construcción, la Bolsa de Comercio, la Asociación de Bancos Privados de Capital Argentino (ADEBA) y la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA).
Intentamos recordar para sanar o, al menos, prevenir. Necesitamos entender.
Como dice una máxima muy clara: “Los capitales no tienen banderas”.
Thomas Jefferson, tercer Presidente de los Estados Unidos de América, desde 1801 hasta 1809, dijo: “Creo que los Bancos son más peligrosos para nuestras libertades que los ejércitos permanentes. Ya han creado una aristocracia monetaria que desafía al gobierno. El poder de hacer dinero debe ser rescatado de los bancos y devuelto a la gente a quien pertenece por derecho”.
¿Qué tienen que ver la SRA, los industriales, los Bancos…?
Talcott Parsons cursó estudios en el Amherst College, en la Escuela de Economía de Londres y en la Universidad de Heidelberg, en Alemania. Dio clases de sociología en la Universidad de Harvard de 1927 hasta 1974, y desde 1944, fue director del Departamento de Sociología de dicha universidad. En 1946, fue nombrado presidente del nuevo Departamento de Relaciones Sociales y, posteriormente, fue presidente de la American Sociological Society, en 1949. Fue el sociólogo más importante y respetado del siglo xx. Desarrolló la teoría de “elites” y aseveró que no hay que dejarse engañar. Aunque los candidatos tengan programas y estén comprometidos en cumplirlos, las reglas políticas de los EEUU no contemplan que los planes de gobierno sean compartidos con el electorado.
Según Talcott, la clase dominante no debe confiar en el sistema partidista.
El sistema partidista debe limitarse solo a escoger líderes y legitimar las políticas, ya que es a la cúpula económica-empresarial -con intereses nacionales e internacionales-, a quien le correponde estudiar los problemas y proponer las soluciones.
Sus discípulos desarrollaron el concepto de “pluralismo” que camina de la mano con la noción de “buen gobierno” y que consiste en la flexibilidad que deben tener las múltiples “elites” para llegar a entendimientos e introducir cambios. El pluralismo tiene como objetivo reducir la participación política.
Se impone el orden sobre la base de ciertas reglas del juego no escritas, pero respetadas.
Quienes no son de las elites se convierten en simples espectadores. El sistema los margina políticamente y minimiza la participación electoral.
Para mantener cierto nivel de legitimidad y la estabilidad necesaria para gobernar, hay que controlar los movimientos sociales.
Es decir, los grupos económicos dominan y dirigen.
Leyendo Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano queda claro que los países del “primer mundo” son países pobres con pueblos ricos y los países del “tercer mundo” son países ricos con pueblos pobres. Desarrollo y subdesarrollo son las dos caras de una misma moneda. La transferencia de recursos es un saqueo…
Como en El retrato de Dorian Gray, la novela de Oscar Wilde, la “fealdad del Sur” (su miseria material) revela la fealdad del alma del Norte (su miseria espiritual).
En realidad, hablaremos de esos grupos económicos internacionales que, en el caso de nuestro país en los 70, fueron de los EEUU y, en los 90, de Europa; pero siempre atentaron contra nuestro pueblo con socios nacionales.

MAL X MAL = MAL2
La Biblia dice en Eclesiastés 5:8-13 “Si opresión de pobres y perversión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos. Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está sujeto a los campos.
El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto.
También esto es vanidad. Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?
Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.
Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal”.
Actual, ¿verdad?
Ejercitemos la memoria y le pido perdón porque le daré datos, ¡muchos datos! Tómese su tiempo y lea tranquilo.
Durante la dictadura militar (1976-1983), la deuda externa trepó de US$ 9700 millones a 45 100 millones. En 7 años, tubo un incremento del 364% (US$ 1500 por habitante).
Bajo la gestión de Martinez de Hoz ésta se triplicó, pasando de US$ 9700 a 27 200 millones.
Ya en democracia, bajo la presidencia del doctor Raúl Alfonsín (1983-1989) en 6 años, subió un 44%: de US$ 46 200 a 65 300 millones.
En la década que gobernó el presidente Carlos Menem (1989-1999) se incrementó un 123% y la deuda llegó a 146 219 millones; pero si sumamos los ingresos de las privatizaciones, los números cambian. A los activos de US$ 18 173 millones declarados en 1998 –faltan allí operaciones- hay que sumarle los pasivos, las deudas de las empresas que fueron absorbidas por los compradores y el plan de obras a realizar de acuerdo al pliego de privatización que, de no privatizarse, debía realizarlas el estado. Hubo pasivos que se pagaron con créditos que las empresas recibieron del sistema financiero argentino, que quedaron licuados por la devaluación; y planes de obras no realizadas, como es el caso emblemático de Aguas Argentinas que fue devuelta por la empresa francesa SUEZ, la cual habiendo facturado durante 12 años, descapitalizó a la empresa por no hacer el plan de obras.
Siendo esto así, al gobierno de Menem debemos sumarle, aproximadamente, US$ 90 500 millones, es decir, que el total de su administración fue una deuda de US$ 236 719 millones, un 362,5%
Asombra la similitud del porcentaje durante el gobierno militar y el gobierno menemista, que compartieron filosofías y funcionarios como es el caso del doctor Domingo Cavallo.
Entonces, podemos sintetizar que, desde los US$ 4 765 millones de 1970 en la presidencia de Roberto M. Levingston –que ya venía de la debacle de Onganía/Alsogaray y de los bonos 9 de Julio- a los US$ 147 667 millones del año 2000, en el gobierno del doctor De la Rúa, el porcentaje de la deuda creció un 3099%, en 30 años.
Sin hacer nada, cada de uno de nosotros –hasta los bebés- pasamos de US$ 200 a deber US$ 3800.
¡NO SE SUICIDE!
Intentaré explicarle las cosas los más simple posible.
Con la dictadura férrea (1976-1983), el país recibió créditos externos que no necesitaba; una parte fue al sector público para obras de infraestructura que se dio en concesión directa a los mismos muchachos, familias y grupos económicos de siempre, y la otra parte fue para las empresas del estado que, lejos de capitalizarse, celebró convenios con las mismas empresas de los mismos chicos, de las mismas familias, que son los tienen los campos, los bancos, la industria, etc.
Es decir, no se hizo “nada” y, “legalmente”, se les transfirió el dinero.
Recuerde que el dólar no era el actual que está muy devaluado. En aquel tiempo, era una moneda muy poderosa.
La deuda privada se volcó al sistema financiero. Mientras que en el mundo se pagaban tazas del 0,5% anual, aquí, en “Plutópolis” (la ciudad de Pluto, que no es el perro de Disney sino el dios griego de la riqueza) se pagaban tazas del 24% con una inflación controlada, “apenas” un 4800% más.
Los dividendos se repartían entre los mismos de siempre más sus socios foráneos. El matrimonio memorable fue el de Joe Martínez de Hoz y David Rockefeller, para darle solo un ejemplo.
Cuando en 1981, las financieras y bancos reventaron, Joe (sí, el nieto del fundador de la SRA) dijo una famosa frase: “no digo adiós, sino hasta luego”, y dejó en su lugar a Lorenzo Sigaut quien cargó con la vergüenza del descalabro. Si usted creyó que los muchachos habían perdido, se equivoca, porque a esta altura, llegó al Banco Central “Supermingo” Cavallo y les estatizó la deuda. Sí. ESTATIZÓ LA DEUDA PRIVADA y los “plutócratas” se quedaron con todo lo que habían transferido y, lógicamente, sin ninguna deuda…
El gobierno democrático de Raúl Alfonsín recibió una herencia pesada, sumado al desastre que dejó la dictadura, estos mercenarios económicos lo debilitaron -ex profeso-, llevándolo a navegar en aguas turbulentas. Además, dejaron de sus mejores francotiradores, como por ejemplo, al doctor José Luis Machinea (Gerente de Finanzas Públicas del gobierno del proceso, Presidente del Banco Central del gobierno del doctor Alfonsín, Ministro de Economía del presidente Fernando De la Rúa).
La investigación de la estatización de la deuda fue siniestrada por funcionarios amigos de los “plutócratas” de siempre y se llegó a la conclusión de que lo que se debía, se debía y punto. Desapareció la documentación y la deuda se reconoció por las presentaciones de los acreedores, ¡AUNQUE USTED NO LO CREA!
El gobierno democrático funcionó de manera forzosa como un fuelle legitimador de la transferencia brutal de fondos de los argentinos a los grupos empresariales externos-internos que volvieron al ataque en el gobierno del presidente Menem. Pero, esta vez, con una ingeniería más sofisticada: 10 años de estabilidad y transferencia de recursos por medio del crédito –a tazas usurarias- a un pueblo que, con necesidades insatisfechas, se volcó al consumismo.
Las privatizaciones –empresas trasnacionales de origen europeo con socios locales- compraron empresas públicas monopólicas con mercados cautivos y una clientela a la que se la dotó de dinero para que gasten en ellas. Se les dio una taza de recupero veloz y unas utilidades netas astronómicas. Las ganancias del sector financiero fueron las vías de transferencia, en este caso, producidas por funcionarios como el doctor Domingo Cavallo quien estatizó la deuda privada en 1982 durante el gobierno militar, luego fue Ministro de Economía del doctor Menem durante 7 años y terminó su macabra labor aplicando el corralito en el gobierno del presidente De la Rúa.
Así, con la confiscación del 66% de los ahorros de los argentinos por medio de la devaluación, llegó el desastre plasmado por el gobierno provisional –no votado por el pueblo- del doctor Eduardo Duhalde, su Ministro de Economía el doctor Remes Lenicov y la magistral asistencia del “casualmente” presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), el comandante Demendiguren, experto en aterrizar Boings 747 en la 9 de Julio… Otra vez, los mismos muchachos…
Joe, un tipo de palabra, dijo “hasta luego” y cumplió, pero volvió a través de sus crías: Machinea, Cavallo & Cía.

NO ES BROMA
Lo que acabo de contarle con sorna, tiene todos los datos documentados.
La estatización de la deuda en 1982: 8562 beneficiarios,19 empresas debían el 37%: de US$ 96 a 1000 millones, 495 el 43%: de US$ 4 a 96 millones y 8048 el 20%: de US$ 4 a 15 000 millones.
Este estudio realizado en 1984 por el Ministerio de Economía -Resolución 340/161- no incluyó deudas comerciales sino solo las financieras y finalizó con el informe 480/161 del 4 de diciembre de 1986 diluyendo los resultados.
Un gobierno presionado por el FMI -en defensa de socios locales y empresas multinacionales- con mercenarios en puestos claves, impidieron una investigación de la deuda realizada por el Congreso y concluyeron en los exiguos resultados.
Joe Martínez de Hoz, con sus largos tentáculos, realizó “el punto final” de la deuda fraudulenta; solución para los socios locales de la SRA y sus amigos del Grupo de los Ocho.
Justicia sería retrotraer esa situación, pero NO HAY ARCHIVOS.
¿Y, qué decir de otros negocios? Por ejemplo, el del dólar oficial que, en menos de 6 meses, aumentó un 35% y el libre 306% y, que a través de un Decreto del Ministerio de Economía, obligó a liquidar las divisas de las exportaciones. Ganancias para el sector financiero en detrimento de los productores (pequeños y medianos), ya que los “grandes” eran socios de los financieros o, directamente, “dueños” de las financieras: pagaban al precio del dólar oficial y vendían al del libre.
La segunda estafa fue con esos mismos personajes quienes poseían deudas oficializadas en el exterior, entonces, el Estado les vendía dólares a precio oficial, generando un subsidio público adicional y su consecuente déficit fiscal del Estado, es decir, “nuestro”. Esto dio a luz a un neologismo: “deuda cuasifiscal”.
A esto hay que sumarle que, de la deuda pública -por ejemplo, las empresas del Estado- no se usó nada para equiparlas y capitalizarlas, sino solo en negociados con las mismas empresas a las que se les pagó la deuda… La estafa es sideral.
¿Recuerda el Plan Brady que iba hasta 2020? Lleva tazas superiores al 11%…
Estudios como el de Milberg dicen que, de no haberse producido esta transferencia de recursos, Argentina debería solo US$ 1000 millones.
Deudas contraídas por gobiernos ilegítimos, la estatización de deudas privadas, los intereses usurarios, el anatosismo (intereses sobre intereses o capitalización de intereses), la aplicación de la teoría de la imprevisibilidad en forma unilateral por los acreedores que llevó, en la década de los 80, a pagar las tazas del 6% anual al 20%…
Hemos subsidiado –porque el Estado somos todos- a quienes hoy, aprovechan el reclamo justo de quienes trabajan verdaderamente.
El doctor Alejandro Olmos, el 4 de abril de 1982 –dos días después de la toma de Malvinas por un General Galtieri exultante-, presentó en el Juzgado Federal en lo Penal N.°2 una querella contra José A. Martínez de Hoz y otros funcionarios del gobierno militar por la contratación de la deuda externa, la que afirmaba se había tomado de manera ilegal. La causa duró 18 años y, para promoverla, se fundó el Foro Argentino de la Deuda Externa. En 1990, publicó su aleganto con el título Todo lo que usted quiso saber sobre la deuda externa y siempre se lo ocultaron. El 13 de julio de 2000, tres meses después de su muerte, el juez federal Jorge Ballestero declararía el endeudamiento extranjero contraído durante varios gobiernos como: ilegal, inmoral, ilegítimo y fraudulento.
¿Resumimos?
En los años 70: timba financiera y endeudamiento para obras de contratación directa a favor de los muchachos.
En la década del 80: estatización de la deuda privada, legitimación del fraude y destrucción de toda documentación.
En los 90: privatizaciones por precio vil, dinero en manos del pueblo para que consuma y se facture en gran manera.
Lo mismo que se hizo en la década del 70 con la “Patria Financiera” (que se la llevaron las golondrinas), en los años 90, solventadas por préstamos, las empresas que recibieron las privatizaciones facturaron, en casi una década, lo que jamás podrían facturar en sus tierras. Y cuando ya no las necesitaron más o llegaba la hora de invertir, las devolvieron dejando empresas descapitalizas y, por supuesto, con deudas, como es el caso de la empresa francesa Suez.
Quienes negocian son los gobiernos y, por ellos, habló el presidente de Francia, Jacques Chirac.
Según datos de la revista Mercado del mes de julio de 1998, las 100 mayores empresas de Argentina facturaron US$ 18 804 millones; las privatizadas representaron el 24,7%, es decir US$ 4 645 millones, pero en el rubro “utilidades” el total fue de US$ 3 647 millones, por lo que las privatizadas ganaron el 64%, es decir, US$ 2 347 millones.
¡La ganancia de las empresas privatizadas fue superior al 50% de la facturación! Garantizada la transferencia.
Sumado a esto, las tazas “leoninas” llegaron al 34% anual, las que el Estado pagó a los bancos privados de nuestra plaza. Y cuando se le cerraron las puertas del financiamiento externo al gobierno del doctor De la Rúa, se desembocó en el último saqueo: la devaluación con corralito y la transferencia, una vez más, de los recursos de los sectores medios y bajos a los mismos “señores feudales”, devenidos en Holdings o Grupos económicos.

HABLANDO DE ROMA
Los muchachos -todos ellos católicos romanos y de comulgar- se desarrollaron y enriquecieron bajo la silenciosa protección clerical.
Pero quisiera hablarle de otra Roma, la República, que durante 500 años, desde el 509 al 27 a.C, creció de manera firme.
En aquellos tiempos, pensar en ser un rey absoluto era un traición intolerable.
Los 31 años de vida de Tiberio Graco fueron determinantes para el futuro de la República.
Hijo de un noble político y perteneciente a la familia acaudalada de los Graco, Tiberio fue educado en altos valores de la justicia.
Siendo un niño de 10 años, se quedó sin padre. Corría el año 154 a.C.
A los 20, ya como oficial del ejército, participó en la toma de Cartago que puso fin a 120 años de guerras entre ambos imperios.
Fue el primero en trepar las murallas y condecorado con la corona por su pariente el General Escipión Emiliano.
Esto inauguró un período de 600 años en los que Roma no tuvo imperios oponentes.
Creció y se desarrolló en el ejército y en el 137 a.C, durante una incursión en Hispania, su regimiento fue derrotado por los numantinos quienes no quisieron parlamentar con el general a cargo Cayo Mancino, sino que pidieron por Tiberio, porque habían conocido a su padre y lo respetaban.
Concediendo a los numantinos el trato igualitario con Roma y la paz, el joven oficial salvó la vida de las tropas.
Al regresar a la capital de la República el pueblo lo aclamó, pero el Senado lo deshonró y no refrendó el acuerdo que Tiberio había celebrado.
La crisis llegó, se presentó como candidato en las elecciones; el 10 de diciembre del 134 a.C., ganó y se transformó en Tribuno.
Desde su cargo quiso solucionar el problema agrario y mejorar la desastrosa situación del campesinado itálico para lo cual implantó una serie de leyes que no fueron muy bien recibidas por la mayoría del Senado.
Desde el final de la Segunda Guerra Púnica se había expandido por toda la Península Itálica el gran latifundio y, la mayor parte de las mejores tierras, se habían concentrado en las pocas manos de los hombres que habían servido en los ejércitos durante muchos años y no se reincorporaban al agro.
Los campos abandonados eran vendidos a bajo precio a la oligarquía senatorial de Roma que era la única que podía comprarlos; se convirtieron en grandes latifundistas pues esta plutocracia era la única que podía explotar todas las tierras confiscadas por el Estado romano.
Una plutocracia es un sistema de gobierno en el que existen influencias desequilibradas en la toma de decisiones a favor de los que ostentan las fuentes de riqueza.
La lex agraria de Tiberio Graco pretendía el reparto de tierra procedente del ager publicus entre los ciudadanos más pobres. Para convertir el proyecto en realidad contaba con el apoyo de una factio senatorial, círculo contrario al que encabezaba Escipión Emiliano.
La ley agraria de Tiberio era poca cosa: pretendía limitar a 500 iugera (125 Ha.) el máximo de tierra estatal por possesor (más otras 250 suplementarias por cada hijo); de esta forma, se establecía que la tierra restante debía ser devuelta para proceder a su reparto en lotes de 30 iugera (7,5 Ha.) como máximo, en las que debían asentarse ciudadanos sin tierras -en calidad de colonos a perpetuidad- mediante el pago de una simbólica contribución.
El proyecto preveía que la puesta en marcha de la operación corriera a cargo de una comisión de tres miembros elegida, anualmente, despertando la violenta oposición de la aristocracia senatorial. La ley encontró un oponente legal en la persona de un tribuno de la plebe, Marco Octavio, que por tener grandes posesiones de tierras y a instancia de los latifundistas, vetó a la propuesta de Tiberio, con lo que se desechó la ley.
Tiberio logró la reelección pero ante la inminencia de la promulgación de la ley, los senadores lo mataron y lo arrojaron al Tíber.
100 años después, la República caía porque el pueblo no confiaba en un senado plutócrata y buscaría solución en un César, absoluto rey de Roma. Así, tras vencer al Senado, Cayo Julio César se transformó en dictador vitalicio y dio inicio a la era de los emperadores.
¡¿Le resulta conocida esta historia?!
Cuando un pueblo se ve burlado y oprimido, genera cambios fundamentales.

TRASHUMANCIA
Argentina necesita un nuevo comienzo para llegar a un nuevo nivel.
La confrontación no sirve para nada, en ella siempre ganan los que “a río revuelto y en pelea de pobres…” sacan provecho por no estar en medio de la batalla y manejar los hilos desde afuera. Por eso, en nota aparte, en una carta abierta a la presidenta Cristina Fernández, le proponemos el Pacto Patriótico para la Segunda República, la del Bicentenario.
Levantamos con una voz que, además de queja, trae solución.
En 2002, profetizamos la recuperación y, a través de las buenas cosechas aquí y muy malas en todo el mundo, Dios levantó nuestra Patria en un abrir y cerrar de ojos.
A fines de 2007, la profetizada crisis agraria, llegó. ¿Cuál es el problema? Un conflicto de intereses.
En el sistema tributario hay impuestos genuinos, distorsivos y correctivos. Las retenciones al agro entran en este último grupo.
Sin embargo, Jesús enseñó que al César debemos darle lo que es del César, es decir, que el gobierno debe administrar los recursos para bien del pueblo.
Argentina necesita una ley agraria que contemple desde el usufructo de la tierra hasta la generación de una industria de apoyo al campo, tanto en lo mecánico como en agroquímicos que ya subieron 300% para la futura campaña. Si a la industria que desarrolla este tipo de actividades, se le quitaran los impuestos y los productores recibieran los insumos y maquinarias en precio pesos y no en precio dólar, la ganancia de este sector sería maravillosa y pagarían felices las retenciones.
Si además, se les ofrecieran créditos a tazas preferenciales para equipamiento y compra de tierras, el provecho sería enorme y todos los sectores se verían beneficiados porque el campo mueve al país. Tenemos que ayudar a estos pequeños y medianos productores contra los latifundistas que les arriendan campos a valores exorbitantes.
Solo las 14 millones de hectáreas en las que se siembra soja -10% de los campos cultivables de Argentina- la cosecha pasada rindieron $ 9000 millones, que fueron transferidos de los sectores pequeños y medianos a los plutócratas por “el derecho” que les asiste tener campos de dudosa procedencia.
Debemos cortar con esta transferencia de recursos de los sectores productivos y sacrificados a los señores del “hasta luego” que, en realidad, nunca se fueron.
Como dijera Don Enrique Cadícamo en el tango El que atrasó el reloj: “en la vena me pusiste una bombilla…”.
Estos muchachos quieren atrasar el reloj para seguir succionando…
Debemos trashumar hacia la solución de fondo.

EL CAYADO
Argentina cambia, despega hacia un rumbo impresionante.
En medio de su crisis, Latinoamérica se levanta para cambiar estructuralmente y transformarse en la región del desarrollo, la paz y la prosperidad que su gente merece.
Como dice Teresa Parodi: “el inocente está despertando, no se contenta con ver el sol, quiere bajarlo y multiplicarlo”.
¡Vamos, que los vientos nos son favorables, recibiremos la victoria donde quiera que vayamos como el rey David!
Se levanta una pastoral, una teología que defienda al débil de las garras de los poderosos, que saque al pobre del pozo y lo lleve a andar en alturas, a prosperar en paz y en libertad. ¡¡¡Una pastoral que usa el cayado contra los lobos y no contra las ovejas!!!
Hay un plan divino y un enemigo eterno que distrae y acobarda.
¡Levantémonos que la victoria es nuestra!
Jesús está con nosotros y, como dice Habacuc, aunque la ley está debilitada, a pesar de que el juicio no sale según la verdad y el impío asedia al justo y por ello la justicia sale torcida, el justo vive por la fe y Dios se levanta para juzgar y poner las cosas en su lugar.
Llenará de gloria nuestra tierra y las saetas del impío traspasarán su propia cabeza por haber edificado la ciudad con sangre y codicias injustas.
Aunque pongan su nido en lo alto, los alcanza la mano que nos defiende.
Trabajan para el fuego pero caerán, se les acabó el tiempo y, aunque en su caída haya devastación, tranquilo pueblo.
Aunque por la caída de los impíos se genere el caos, debemos dejar que suceda para que se abra el espacio de nuestro nuevo nivel.
¡NOS GOZAREMOS Y ALEGRAREMOS EN DIOS, ÉL ES NUESTRA FORTALEZA! ¡NOS SOSTENDRÁ CON SU MANO, CON PIES DE CIERVAS VELOCES NOS PONDRÁ EN NUESTRAS ALTURAS PARA HACERNOS ANDAR Y TENDREMOS LA VICTORIA DONDEQUIERA QUE VAYAMOS!
¡VUELVE! ¡VUELVE! ¡CAMINEMOS JUNTOS!
TOMADOS DE SU MANO, ESTAMOS CONSTRUYENDO EL FUTURO CON MEMORIA Y CONCIENCIA.