Un burrito servía para transportar mercaderías. Su dueño, el agricultor, feliz distribuía su producción de 100 kilogramos por día y cuidaba del burrito hacendosamente.
La comarca aumentó la población con los forasteros que llegaban a afincarse cada día e hijos
que alegraban las casas de los lugareños. La gente requería más comida… los sembradíos comenzaron a pulular.

El rey observó la situación y llamando al agricultor le dio el dinero para que comprara varios burros para satisfacer la demanda creciente de mercaderías.
El agricultor contó el dinero y, lleno de avaricia, decidió convencer al burro para que soportara la sobrecarga. Le contó de la crisis económica y lo terrible de la situación de aquel momento.
El burro, paciente y bueno, aceptó todo en silencio a pesar de ver cómo el agricultor cobraba más y más dinero que sumaba a los fondos que el rey le proveía y él desconocía.
Cuando el agricultor quiso poner sobre el mismo burro una tonelada, nuestro amigo colapsó.
Su grito se hizo escuchar en todo el valle…

Días atrás, haciendo la cola para renovar el registro de conductor, di con uno de los directivos de las compañías de distribución de electricidad. El Automóvil Club estaba sin luz y el motivo de conversación fue obvio. El “buen” hombre quiso explicarle a mí, “uno de los tantos burritos que andamos en esta comarca”, lo pobre de la condición de su empresa.
La foto que ilustra esta nota bien podría haber sido la mía o la tuya.
Después de explicarle que este burro sabía de su avaricia, le recomendé que recordara la historia de AGUAS ARGENTINAS y, por lo tanto, que buscara pronto otro empleo.

LOS BURROS DEBEMOS GRITAR: ¡SE ACABÓ!

ES NECESARIO EXIGIRLE AL GOBIERNO QUE LE QUITE LAS CONCESIONES A LAS EMPRESAS DISTRIBUIDORAS DE LUZ.
Si no lo hace el Gobierno Nacional, desgraciadamente, sumará complicidad; entonces, lo hará el JUSTO…

LLEGA LA JUSTICIA DEL CRUCIFICADO.

“Israelitas, ya no voy a soportar que sigan siendo tan malvados.
Todo lo que hacen me disgusta.
Se hacen ricos mediante el engaño; usan pesas y medidas falsas, y luego amontonan en sus casas todo lo que se han robado.
Los ricos se aprovechan de los pobres, y todos en esta ciudad son unos mentirosos.
Por eso voy a castigarlos; ¡voy a destruirlos por sus pecados!
Aunque coman, no quedarán satisfechos, sino que se quedarán con hambre; lo que cosechen, lo perderán; y aun si logran rescatar algo, yo haré que lo pierdan en la guerra.
Sembrarán trigo, pero no llegarán a cosecharlo; exprimirán aceitunas para sacar aceite, pero no llegarán a usarlo; exprimirán uvas para hacer vino, pero no llegarán a beberlo.
Ustedes se han portado tan mal como Omrí, rey de Israel; ¡han seguido el mal ejemplo de la familia del rey Acab!
Por eso voy a destruirlos; ¡voy a hacer que la gente los humille y se burle de ustedes!”
Miqueas 6.10-16 (TLA)