por Guillermo Prein


Escuché al sabio Salomón advertir: “Manténte atento al estado de tus ovejas; cuida bien a tus rebaños, porque las riquezas no duran para siempre ni la corona permanece perpetuamente.” (1)

Desde otro capítulo, Jeremías, el joven, gritó:¡Ay de mí, madre mía! ¡Me engendraste como un hombre de contienda y de discordia para toda la tierra! ¡Nunca he pedido ningún préstamo, ni tampoco me lo han dado, y sin embargo todos me maldicen!” (2)

En eso, Miguel Rep, dibujó a un tal G. que, harto, se iba de las noticias. Me di por aludido.

Comprendí entonces, el hastío de mi alma ante el funesto aliento de la bestia mediática, ese monstruo que se yergue de la tierra, convenciendo a la gente de las bondades de su prima de procedencia marina… (3). En pocas palabras, el poder que impera en la Tierra y sus aparatos de prensa y difusión, capaces de ocultar lo evidente, torcer lo derecho y manipular, de ser posible, con prestidigitadora eficacia la opinión de todos.

Descubrí que soy portador de anticuerpos que repelen en mis neuronas a los noticieros. Ellas solo toleran, de tanto en tanto, un sobrevuelo –veloz y a gran altura– por los periódicos. Los balidos de las ovejas que caminan a mi lado, su aspecto, salud, humor y estado, son las dosis exactas de información necesarias para conocer la realidad. La vacuna eficaz contra los verdaderos “virus informáticos”, que infectan a la opinión pública produciendo una patología deformante, que degenera todo lo que vemos y oímos, en beneficio de unos pocos que cada día acrecientan su poder y fortuna.

El grito de Jeremías se apoderó de mi garganta tras sufrir las críticas de quienes, abrumados por las voces que saturan el valle con noticias tendenciosas, para nada inocentes y precisamente articuladas, malinterpretaron el mensaje. Gritos que hacen imposible todo discernimiento de la palabra pastoral y profética.

Al develarse el escándalo FIFA, anunciado con quince días de anticipación (4), advertí al pueblo que no sería la última sorpresa. Hoy, que en la política argentina todos los candidatos pregonan el mismo discurso, se advierte la contundencia del mensaje, que a algunos sorprende, pero que fue anunciado en forma directa a muchos de los actores y de manera paulatina al pueblo, hace más de una década.

Pablo, el apóstol, sabedor de nuestras necesidades, nos aúpa y arropa con su oración: “Por eso nosotros, desde el día que lo supimos, no cesamos de orar por ustedes y de pedir que Dios los llene del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que vivan como es digno del Señor, es decir, siempre haciendo todo lo que a él le agrada, produciendo los frutos de toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; todo esto, fortalecidos con todo poder, conforme al dominio de su gloria, para que puedan soportarlo todo con mucha paciencia.” (5)

G., harto, se va de las noticias… Entretanto, Salomón acaricia su alma sanándole las heridas producidas por tanta incomprensión: Fresca nieve en un día caluroso: ¡eso es el mensajero fiel para quien lo envía!… infunde paz y energía.” (6)

(1) Proverbios 27.23-24 (RVC)
(2) Jeremías 15.10 (RVC)
(3) Apocalipsis 13
(4) Mensaje del 10 de mayo de 2015 basado en Oseas 9.9
En su corrupción, han llegado a lo más bajo, como en los días de Gabaa. Pero el Señor  tomará en cuenta su iniquidad, y los castigará por su pecado.
(5) Colosenses 1.9-11 (RVC)
(6) Proverbios 25.13 (RVC)

 

 

 

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