Dolor por el asesinato de una gran mujer, apasionada defensora solidaria de los que sufren. Clamor al cielo por la justicia que los poderosos niegan al pueblo, ocultos tras versiones e incertidumbres oficiales, que medios de desinformación repiten hasta cauterizar las conciencias.

Las Bertas llegaron a las oficinas del CCNV en la calle Agaces, nombre raro para una calle de Buenos Aires, el de un cacique guaraní que, bajando por el río Paraná, llegó a nuestra ciudad.

A la extraordinaria Berta Oliva la conocemos desde 2009 cuando, tras el golpe institucional en Honduras, fue asesinado un joven que daba sus primeros pasos en el pastorado: Isis Obed Murillo. Tras denunciar el hecho, su padre, José David Murillo, también pastor evangélico, fue apresado y acusado del asesinato de cuatro personas que estaban vivas…

Luego de demostrar la inconsistencia de la acusación y obtener la libertad de don José, junto a Berta, luchamos para sacarlo de aquel infierno. Logramos traerlo a la Argentina junto a su esposa Silvia Macias, hasta que las aguas se aquietaron y pudo regresar a su país.

Berta jugó un papel fundamental en aquel episodio desde el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), el cual fundó en 1982 tras la desaparición de su esposo el año anterior. Luchadora incansable, vive bajo constante riesgo por denunciar la violencia política y luchar contra las violaciones a los derechos humanos que no se detienen en Honduras. Crímenes silenciados por los medios de desinformación nacionales e internacionales.

Amable, en el profundo sentido de la palabra, con Berta, quienes integramos el cuerpo pastoral del CCNV, nos unimos rápidamente. Muchas cosas en común nos fusionaron, sobre todo, la pasión por los que sufren, la cual nos hermanó.

Años más tarde, en octubre de 2011, Berta Oliva nos visitó, pero esta vez no venía sola, la acompañaba otra Berta, la Cáceres, de la etnia Lenca, fundadora del COPINH, Consejo Cívico de Organizaciones Populares de Honduras.

La recuerdo sencilla y definida. En aquel momento, luchaba contra la cacería humana que se registraba en el Bajo Aguán, donde los empresarios hondureños y extranjeros pagaban sicarios para exterminar a la gente de las tribus que habitaban esas tierras, codiciadas para emprendimientos hoteleros junto al mar.

Mucho me impactó la historia de una llamada telefónica recibida, provenía del celular de una mujer que, desesperada, escapaba relatando su suplicio, hasta que un estampido seguido del silencio atroz terminó la comunicación y su vida.

Sin recursos, esta luchadora, tal como lo informa la prensa, le torció el brazo al Banco Mundial y a China (*).

Sus ojos brillaron de emoción cuando le entregamos la computadora que necesitaba para registrar las denuncias de la gente, que luego exponía en los organismos y las organizaciones internacionales. El aparato debía ser portátil, nos explicó, porque la oficina que tenían había sido incendiada muchas veces; cada día, alguien diferente –para salvaguardarla– se llevaba esa herramienta de defensa de la gente.

En abril de 2015, recibió el premio GOLDMAN, máximo galardón para un ambientalista; sin embargo, aún así, el miércoles 2 de marzo de 2016, a la una de la madrugada, fue asesinada en una casa del barrio El Líbano, en la ciudad de Esperanza, en la provincia de Intibuca, a 300 kilómetros de Tegucigalpa. El único preso hasta ahora es un guardia de seguridad de quien no se sabe si está implicado.

El portavoz de la Policía Nacional de Investigaciones (PNI), Aníbal Baca, afirmó que Berta fue ultimada a balazos por dos o tres asesinos. Excusó el fracaso en la vigilancia que debía protegerla –vivía bajo fuertes amenazas por su lucha contra quienes querían inundar las tierras de su pueblo con una represa Zarca en la comunidad de Río Blanco–, porque ella no se encontraba en la vivienda del barrio El Calvario, que era la que había denunciado como su domicilio.

Paradójicos nombres de barrios y ciudades…

En los días anteriores, al denunciar el martirio de miembros de su comunidad dijo: “En Honduras vivimos una carnicería humana y eso no es aislado, eso es planificado, es producto de la enorme injusticia social, política y económica”.

Amnesty Internacional calificó su asesinato de “brutal tragedia anunciada”.
Mujer ejemplar, luchó en Honduras, país que ostenta el doloroso 4to puesto mundial en el ranking de asesinatos de líderes ambientales.

Tenía 45 años; el pasado viernes 4 hubiese festejado un aniversario más de su nacimiento.
Quiero dedicarle a Berta una poesía, que es la letra de una canción inspirada en la vida y obra de un luchador por la liberación de su pueblo esclavo: el profeta Daniel.
Se que un día nos volveremos a encontrar… pero entre tanto, nosotros continuaremos con su legado.
En este mundo injusto, cuando el pueblo clama, del cielo llega la justicia negada por los poderosos avaros.
Como leí en un grafiti: “SI NO NOS DEJAN SOÑAR, NO LOS DEJAREMOS DORMIR…” y así será con nuestras oraciones y nuestra acción pastoral cubriendo a los débiles y perseguidos.

 

IDENTIDAD | Guillermo Prein (2009)

Se han llevado todo, se han llevado a todos,
solo humo en mi aldea encontrarás,
el recuerdo de mi gente vivirá…
¿Dime quien soy, dónde estoy y dónde voy?

Mi nombre cambiaron, mi cultura destrozaron,
pero nunca a mi alma alcanzaron,
en mis venas se ha despertado la verdad

Se quien soy, donde estoy y donde voy

Comenzar un camino, liberar destinos,
restaurando corazones y viejos sueños,
corazones quebrantados hechos nuevos

Y la bruma huye del alma. hambre y sed de justicia se sacia,
buenas nuevas a los pobres alegría, se renueva en nosotros la vida,
buenas nuevas a los hombres alegría, se renueva en nosotros la vida…
Se quien soy, donde estoy y donde voy…
Donde estoy se quien soy y donde voy

Hacé click para escuchar Identidad, para BERTA CÁCERES

 

(*) INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

NOTA BBC
Honduras: lo que se sabe del asesinato de Berta Cáceres, la activista que le torció la mano al Banco Mundial y a China

NOTA ARISTEGUI (reconocida periodista mexicana con programas en CNN)
“Brutal asesinato” de la líder indígena, Berta Cáceres, en Honduras