La obra de Jesús en la cruz: la salvación.
El mayor ejemplo de la victoria por medio de la resistencia.

Como si el domingo pasado lo hubiesen proclamado rey en medio de la algarabía popular y hoy, jueves, la misma multitud infectada de odio lo buscara para condenarlo a muerte, así fueron las horas de aquella pascua del primer siglo.

El primer día de aquella semana, las caras cambiaron su expresión, las gargantas enmudecieron y la desazón inundó a la multitud, cuando azorados escucharon de los labios de aquel varón su contundente respuesta: “mi reino no es de este mundo…”, con las que declinó la proclamación popular.

Noventa y seis horas fueron suficientes para que la dirigencia religiosa y política, echara a volar todos sus demonios infectando de ira al pueblo. Las mismas personas, convertidas ahora en una turba inclemente, odiaban a quien había sido su esperanza días atrás. Con su fuerza cuantitativa e irracional, se transformaron en el respaldo de quienes con mentiras y engaños acusaban a Jesús.

Propios y extraños lo llamaban Maestro.
Aún sus más fieros opositores, así lo reconocían.
Sin embargo, con espadas y palos fueron a buscarlo para luego crucificarlo.

Suspendido entre el cielo y la tierra, clavado en el madero, oró por todos aquellos que lo insultaban y escupían, los mismos que pocos días antes y con admiración lo vivaban como rey de los judíos, dejando impresa en su plegaria una verdad atemporal, la cruel ignorancia indispensable para manejar a los pueblos: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (1).

El poder de las tinieblas se desvaneció cuando Jesús entregó su espíritu y el velo del Templo se rasgó por la mitad de arriba hacia abajo (2). Entonces, asumiendo el horror acontecido, el mismo pueblo se abandonó el gólgota golpeándose el pecho (3).

Pero, en la invisible realidad espiritual, en aquella hora, comenzó la liberación.
Jesús resucitó, señal de la victoria eterna que envuelve nuestras almas.

Las espadas y los palos, los gritos y los ataques contra el Maestro, marcan la hora de las tinieblas. Es vano intentar explicar a los pueblos el momento en que viven.
La victoria llega por medio de la resistencia, como Jesús venció en la cruz del Calvario (5)
Tras la victoria, todos entienden y disfrutan la libertad.
Las tinieblas huyen y brilla el sol de justicia.

JESUCRISTO RESISTIÓ EN LA CRUZ
JESUCRISTO VIVE, HA RESUCITADO

 

EL RELATO BÍBLICO

Mientras Jesús estaba hablando, se hizo presente una turba, al frente de la cual iba Judas, que era uno de los doce y que se acercó a Jesús para besarlo. Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?»

Cuando los que estaban con él se dieron cuenta de lo que pasaba, le dijeron: «Señor, ¿echamos mano a la espada?» Uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Pero Jesús les dijo: «¡Basta! ¡Déjenlos!» Tocó entonces la oreja de aquel hombre, y lo sanó. 

Luego, Jesús les dijo a los principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos, que habían venido contra él: «¿Han venido con espadas y palos, como si fuera yo un ladrón? Todos los días he estado con ustedes en el templo, y no me pusieron las manos encima. Pero ésta es la hora de ustedes, la hora del poder de las tinieblas.»
Lucas 22.47-53 (RVC)

  1. Lucas 23.34
  2. Lucas 23.44-45
  3. Lucas 23.48
  4. Colosenses 2.15