“Tenemos por delante el desafío de la fe y las exigencias del amor.” *

Leer esta intacta frase, 35 años después de ser publicada, nos confronta con una realidad que solo ha cambiado para volverse un tanto más hostil y mucho más perniciosa.

El autor, en su libro acerca de la oración, habla sobre el conflicto moral que algunos enfrentan al tener que orar ante Dios reclamando su egoísmo como justicia, motivo por el cual, muchos dejan de orar. A esto me permito agregar: “hasta que llegan al punto en el cual se les cauteriza la conciencia y, entonces, hacen un dios a su imagen y semejanza, buscando en la Biblia textos que abalen su voracidad”.

La combinación de los MILAGROS que la FE produce y el AMOR que distribuye en forma equitativa esa forma de justicia divina en medio de la edad de la sinrazón, se transforma en la única potencia que puede vencer al sistema que amenaza con la AUTOMATIZACIÓN voraz que impone a los robots por sobre las personas.

Creo que es momento de meditar en el POEMA DEL ROBOT, en el cual, Leopoldo Marechal describió el mundo de acero y plástico que empezamos a vivir, donde las máquinas desplazan a la vida.

Con un puñado de arena, extraído de nuestro propio desierto vacío, vencer en esta era “googleguliana” en la que cualquiera conoce la anatomía e historia de la rosa, pero pocos se embriagaron con su perfume o sangraron al descubrir sus espinas.

Estamos en el siglo XXI, el de la automatización progresiva y veloz, con la cual muchos quedan al margen del campo productivo reemplazados por un robot.
Esto pone en jaque mate a la concepción de vida y de Estado, basados en la productividad económica. Ésta, además de pecaminosa y retrógrada, es vieja.
Anticrista, siempre lleva a la muerte, desafío que activa la fe, exigencia del amor en temporadas de insensibilidad.

Debemos ser capaces, como Estado y sociedad, de generar empleos productivos en lo social, cultural, científico (no rentable), deportivo, ambiental, vecinal, afectivo… y todos los ítems que se nos ocurran y no produzcan dinero.

Sumarle a ello las ideas y el desarrollo, por gracia revelados, que nos permitan ser liberadores de riquezas para generar puestos de trabajo, vida para muchas familias. A la vez, levantar muestra incansable voz en este desierto insensible e insaciable, clamando en forma evangélica y profética justicia para quienes sufren tanto dolor.

Esta “misión integral” nos coloca en la posición en la cual el gran Leopoldo, con su capacidad única de decir, nos introduce, abriendo las puertas a nuestro progreso y vuelo interior, para descubrir lo grande que tenemos en nuestro ser y la magnitud de la experiencia y de la obra del Espíritu Santo, el cual nos usa con la plenitud de su poder.

Por eso,
“a los que todavía sin grilletes van del apio a la rosa, bellos como almirantes;
a los que aún entregan a la emoción del viento
una RISA PENTECOSTAL 
en la salud del CRISTO VIVO;
a todos esos “raros” que aún perfuman el cosmos” **
los animo,
“Tenemos por delante el desafío de la fe y las exigencias del amor” *

PS: Les dejo la octava estrofa para que mediten y disfruten:

POEMA DEL ROBOT | ESTROFA 8

Mi primer incidente con Robot
(y el que abría en mi alma la gran desavenencia
que terminó en un crimen de piadosa factura)
sucedió cuando el noble pedagogo
me dictaba el Factor de Cohesión
de los núcleos estables e inestables.

A los que todavía sin grilletes
van del apio a la rosa, bellos como almirantes;
a los que aún entregan a la emoción del viento
una risa pentecostal
en la salud del Cristo vivo;
a todos esos “raros” que aún perfuman el cosmos
digo lo siguiente:

La Física Nuclear suelta el olor
de los gases livianos de la Tabla Periódica;
y ese olor, al obrar en un alma sensible,
nos da el precipitado de la Melancolía.

No es bueno descender a la materia
sin agarrar primero los tobillos del ángel:
Einstein, el matemático, se libró del abismo
porque midió la noche con el arco
de un violín pitagórico.

* ORACIÓN EN LA ACCIÓN Frei Betto, Ediciones La Aurora, 1982
** EL POEMA DEL ROBOT, estrofa 8, Leopoldo Marechal, 1966

Imagen de GIUSSEPE DYNAMO de Lean Frizzera
Giussepe fue un santo inmortalizado por su nieto, su imagen ilustra pero no representa a los actuales representantes de su especie.