“En mi angustia clamé al Señor, y él me respondió.
Desde las entrañas del sepulcro pedí auxilio, y tú escuchaste mi clamor.
A lo profundo me arrojaste, al corazón mismo de los mares; las corrientes me envolvían, todas tus ondas y tus olas pasaban sobre mí. Y pensé: “He sido expulsado de tu presencia. ¿Cómo volveré a contemplarte…?
Las aguas me llegaban hasta el cuello, lo profundo del océano me envolvía; las algas se me enredaban en la cabeza, arrastrándome a los cimientos de las montañas.
Me tragó la tierra, y para siempre sus cerrojos se cerraron tras de mí.
Pero tú, Señor, Dios mío, me rescataste de la fosa.
Al sentir que se me iba la vida, me acordé del Señor y mi oración llegó hasta Ti…”
Jonas 2.1-7a NVI

EL CLAMOR ABRE LOS CIELOS
LA BRUMA SE DESPEJA, EL SOL DE JUSTICIA BRILLA…
CLARIDAD INVADE EL ALMA
LAS RESPUESTAS Y LOS MILAGROS LLEGAN