Ardía Argentina en bronca, ira e indignación.

“¡QUE SE VAYAN TODOS…!”. Canto del pueblo, ilusoria expresión que pretendía exorcizar a la República.

Un año de furia nos separaba de las muertes y aquel helicóptero, sin embargo, todo había empeorado; el 23 de diciembre de 2002, cuando todo parecía igual, el aire se detuvo. Instante delicado, silencio denso, profundo y contundente, hueco de la historia en la que resonó la voz de un mensajero advirtiendo: “Reúne consejo, haz juicio; pon tu sombra en medio del día como la noche; esconde a los desterrados, no entregues a los que andan errantes. Moren contigo mis desterrados, oh Moab; sé para ellos escondedero de la presencia del devastador; porque el atormentador fenecerá, el devastador tendrá fin, el pisoteador será consumido de sobre la tierra. Y se dispondrá el trono en misericordia; y sobre él se sentará firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia.”(1)

Verbos como brújulas: “reunir, enjuiciar, cubrir, esconder, no entregar, hacer morar, juzgar, apresurar”, encaminaron nuestros pasos hacia estadios de prodigios, única manera de librar al pueblo, que ya ensordecido por sus propios gritos, corría en círculos. Reconociendo su mal, por el sufrimiento, vulnerable e indefenso, nada sabía del “cómo” emerger de la trampa de la historia… Patria niña, que llora sus dolores sin poder determinar, ni explicar las causas.

Sudando con el pueblo, olimos a ovejas empapadas en desesperación. A puro milagro salimos adelante, como guerreros contra la muerte.
Con saladas lágrimas de dolor y alegría… sazonamos nuestra Patria herida.
Fue entonces cuando la Palabra tomó velocidad. Bajo la misericordia –de otro modo nadie podía sentarse en él– el trono fue ocupado y las maravillas inesperadas comenzaron a llegar. Diez años de cosechas magníficas y precios internacionales extraordinarios levantaron al país de su peor tumba, pero a su vez, activaron la levadura de mezquinos expertos en artimañas.
Aquel silencio fue destrozado por sobrinos impertinentes… todos hablaban… hablan y hablan.

Cuando Sodoma y Gomorra se preparaban para ser destruidas, no por la vulgar creencia erótica, sino por el maltrato hacia “los desterrados”, solo la voz de Abraham se escuchó intercediendo para librar por segunda vez a su sobrino Lot.(2)

La primera, fue por las armas, así logró sacarlo de la cárcel (3), destino al que arribó después de quedarse con las mejores tierras de su Tío.(4) Seducido por la sórdida tentación de aquella cultura de los amigos de lo ajeno, dirigió sus pasos rumbo a sus admirados, quienes se quedaron con todo lo suyo y lo hicieron prisionero. Después de ser liberado en una “abráhamica” operación comando, reincidente, lo encontramos chapoteando azufre.

El Patriarca frente a la misma ciudad, la misma gente y su cultura, por Lot amada… Sodoma y Gomorra, patria sobrinezca, la de avaros deseosos de oprimir a extranjeros, despreciables vividores natos.

Escapado de la lluvia incandescente, Lot se quedaba sin descendencia –lo cual hubiese sido de festejar–, pero sus hijas, para que su prole pudiera mortificar a nuevas generaciones, lo embriagaron y concibieron de él dos niños monstruos: Amón y Moab.(5)

Una década después, cuando finalizaba noviembre de 2012, en San Pablo y por boca de una “campeona de la tierra”, el mismo mensaje despeinaba mi alma: “Moren contigo mis desterrados, oh Moab; sé para ellos escondedero de la presencia del devastador; porque el atormentador fenecerá, el devastador tendrá fin, el pisoteador será consumido de sobre la tierra.”

Esclarecidos, comprendimos que nuestras luchas resguardando a las comunidades Qom, sumándonos a reclamos mapuches, combatiendo la mega minería a cielo abierto que envenena tierra, ríos, animales y gente, bregando contra la siembra directa de crueles y letales consecuencias, no eran huérfanas. En Sopa de Letras, Hogares de niños, Acción Comunitaria, Puertas Abiertas, LATE, Rockandvida, No Matarás, en lucha contra la trata de personas, evangelizando de mil maneras, agudizando el cuidado pastoral sobre las oprimidas y subterráneas napas de migrantes desterrados (6), pobres de toda pobreza, encontramos a millares de empáticos de trabajo diario: pioneros, perseverantes con propósito divino; los mal mentados por desafiar a incriminadores, que ven en los “nadies” a los responsables de todas sus desgracias.

Haciendo desde la nada todo, solos por no estar a la venta, fuimos pintados de los más diversos colores… como decía don Helder Cámara: “Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre, me llamaron comunista”. Fuimos iluminados por el faro de la Palabra y, entre sudor y lágrimas, entendimos el capítulo 16 (7): Moab no rescata, ella oprime, esclaviza, roba, empobrece, odia a los extranjeros y a todo inmigrante… una verdadera hija de Lot, sodomita hasta los tuétanos, pero como dice el final del contemporáneo capítulo del amigo Isaías, cae en tres años…

Jeremías, fiel a su estilo, no ahorra detalles: “Cortado es el poder de Moab, y su brazo quebrantado, dice Jehová. Embriagadle, porque contra Jehová se engrandeció; y revuélquese Moab sobre su vómito, y sea también él por motivo de escarnio.
¡Lamentad! ¡Cómo ha sido quebrantado! ¡Cómo volvió la espalda Moab, y fue avergonzado! Fue Moab objeto de escarnio y de espanto a todos los que están en sus alrededores.” (8)

La madre de todas las preguntas: ¿Quién es Moab?
Sin duda, cada uno, tendrá su respuesta y sus insultos preparados…

Hoy, los llamo a la reflexión, porque como decía Jacques Lacán (9) existe la realidad y lo real: la percepción teñida por nuestras experiencias, vivencias, historia, conocimiento –siempre limitado– y la verdad que es independiente. En este caso, el empirismo kantiano (10) no te ayudará.

Abrí tus ojos y despejá tus oídos… dejá tus interpretaciones pasionarias a un lado.

Moab, sodomita, siempre oprime a quienes migran en su debilidad; y, aún cuando la verdad yuxtaponga sentimientos en nuestra alma, tenemos que tirar al mar a todos los jonases (11), para que mediten en la solitaria y húmeda barriga de la ballena y de esa forma cambien, si es que quieren formar parte de la Patria, que viva se desarrolla y toma forma cada día.

La Patria es un suceso.

Me olvidaba… es bueno en todo tiempo recordar los consejos del autodidacto, don Megafón Marechal: “…los combates que más importan nunca salen a la luz del mundo, ya que permanecen en el subsuelo de la Historia…” (12)

Nuestra anónima batalla es celeste y terrena.

PS: Hoy como ayer, la Palabra se cumple. No importa cuan desorientado, equivocado o cierto te encuentres. Vivimos tiempos extraordinarios, en los cuales la verdad saldrá a la luz, pero cuidado, un elefante se disimula en la calle Florida colocando otros diez mamuts… no te apresures a creer todo lo que escuchás, porque vivirás rebotando entre la frustración, el fanatismo y el desencanto; mucho menos, te apasiones defendiendo ultramontanas de determinadas posturas… ¡Por favor! No te sumes a pléyades infecundas, desbordantes en verborragias –provengan del sector que provengan–, porque si lo hacés, serás un opinólogo más, higuera estéril y maldecida.

Lo único verdaderamente importante es cuidar a los desterrados, trabajar por y para ellos…
Manos en el arado junto a las de nuestro Maestro, es la clave para no extraviarse.
“…Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.” Juan 5.17

(1) Isaías 16.3-5

(2) Génesis 18.16-19.29

(3) Génesis 14.1-16

(4) Génesis 13

(5) Génesis 19.30-38

(6) Será posible… siempre un extranjero (nota publicada en setiembre 19, 2012)

(7) Isaías 16
“Enviad cordero al señor de la tierra, desde Sela del desierto al monte de la hija de Sion. Y cual ave espantada que huye de su nido, así serán las hijas de Moab en los vados de Arnón.

Reúne consejo, haz juicio; pon tu sombra en medio del día como la noche; esconde a los desterrados, no entregues a los que andan errantes. Moren contigo mis desterrados, oh Moab; sé para ellos escondedero de la presencia del devastador; porque el atormentador fenecerá, el devastador tendrá fin, el pisoteador será consumido de sobre la tierra.
Y se dispondrá el trono en misericordia; y sobre él se sentará firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia.

Hemos oído la soberbia de Moab; muy grandes son su soberbia, su arrogancia y su altivez; pero sus mentiras no serán firmes. Por tanto, aullará Moab, todo él aullará; gemiréis en gran manera abatidos, por las tortas de uvas de Kir-hareset. Porque los campos de Hesbón fueron talados, y las vides de Sibma; señores de naciones pisotearon sus generosos sarmientos; habían llegado hasta Jazer, y se habían extendido por el desierto; se extendieron sus plantas, pasaron el mar. Por lo cual lamentaré con lloro de Jazer por la viña de Sibma; te regaré con mis lágrimas, oh Hesbón y Eleale; porque sobre tus cosechas y sobre tu siega caerá el grito de guerra. Quitado es el gozo y la alegría del campo fértil; en las viñas no cantarán, ni se regocijarán; no pisará vino en los lagares el pisador; he hecho cesar el grito del lagarero.

Por tanto, mis entrañas vibrarán como arpa por Moab, y mi corazón por Kir-hareset.
Y cuando apareciere Moab cansado sobre los lugares altos, cuando venga a su santuario a orar, no le valdrá.

Esta es la palabra que pronunció Jehová sobre Moab desde aquel tiempo; pero ahora Jehová ha hablado, diciendo: Dentro de tres años, como los años de un jornalero, será abatida la gloria de Moab, con toda su gran multitud; y los sobrevivientes serán pocos, pequeños y débiles.”

(8) Jeremías 48.25, 26 y 39

(9) Jacques Lacán (Francia 1901-1981) Médico psiquiatra y psicoanalista.
En su interpretación de la compleja composición del “yo”, establece el “estadio del espejo”: el “yo” depende de la opinión del entorno, de las demás personas, por lo tanto, se verá como lo vean, generando por ende una distorsión de la realidad.

(10) Immanuel Kant (Prusia 1724-1804) Filósofo que sostenía el empirismo (experiencia personal) para el análisis de la realidad.

(11) Jonás 1.13-17
“Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos.
Entonces clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido.
Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor.
Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos.
Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.”

(12) Marechal, Leopoldo. Megafón o la guerra. Buenos Aires, 2009. Editorial Planeta, p.20