Dar con el paradero de JESÚS, encontrar nuestro lugar en el mundo… el desafío maravilloso de un mundo desorientado. ¿Por dónde anda el galileo habitualmente? ¿En qué sitio prefiere estar? ¿Cuál es el lugar donde hace milagros? ¿Quiénes son sus paisanos y amigos?
Cercano o lejano… frío, helado o caliente… hay señales seguras que nos guían…

“Jesús se quedó admirado al escuchar la respuesta del capitán. Entonces le dijo a la gente que lo seguía: ¡Les aseguro que, en todo Israel, nunca había conocido a alguien que confiara tanto en mí como este extranjero!
Oigan bien esto: De todas partes del mundo vendrá gente que confía en Dios como confía este hombre. Esa gente participará en la gran cena que Dios dará en su reino. Se sentará a la mesa con sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob. Pero los que habían sido invitados primero a participar en el reino de Dios, serán echados fuera, a la oscuridad.
Allí llorarán de dolor y les rechinarán de terror los dientes.
Luego Jesús le dijo al capitán: Regresa a tu casa, y que todo suceda tal como has creído.
En ese mismo instante, su sirviente quedó sano.”
Mateo 8.10-13

Te preguntaste ¿dónde estaba JESÚS cuando esto sucedía?. En Capernaum, Galilea de los gentiles; sitio despreciable para religiosos como relata el final del capítulo 7 de Juan. Natanael fue increpado por los principales sacerdotes al querer defender a Jesús. “Eres tu también Galileo, escudriña: NUNCA A SALIDO DE GALILEA UN PROFETA…” Juan 7.50-52

JESÚS nunca se ofendió cuando le decían galileo, ni negó serlo a pesar de no ser su procedencia. La fe era tan sencilla en sus calles y playas… allí se sentía cómodo.
Todo lo contrario ocurría en Jerusalén, donde cuando decidió ir hacia allí debió endurecer su rostro…

Ayer me escribía una hermana recién llegada de algún país lejano y me decía: “…el contraste al llegar fue tan duro… todo aquí es tan feo comparado con aquello… pero volví a mi tierra, estoy feliz.

Vox populi en el cielo, los ángeles que aguardaban en la tumba para dar el anuncio de la resurrección, dieron el recado: “JESÚS se fue para Galilea, como les dijo y allá los espera…” Marcos 16.5-7

Era su lugar en el mundo…

“Es así, somos bichos telúricos, cuando volvemos a nuestro terruño algo andamos buscando…”, me dijo el sabio Julio López, amigo del alma.

¿Dónde estás buscando a JESÚS…? ¿por donde ronda el poder y las estructuras religiosas…? me parece que no es su domicilio. El mensaje central del texto de la sanidad del siervo del capitán romano es este… “en aquel día vendrán de todos los lugares gentiles, los más lejanos y se sentarán a la mesa con los patriarcas, pero las castas religiosas de los palacete y ciudades sagradas, serán echados fuera…”

Fue allí donde se produjo la pesca milagrosa, en esas playas maravillosas lejanas de templos y palacios donde JESÚS resucitado quería andar… y lo más importante para ÉL, no fue conferenciar con los poderosos… sino hacerles un asadito a sus muchachos…

QUÉ LINDO ES JESÚS, CÓMO ENAMORA…

Atención, que ÉL anda por ahí, caminando las calles de tu barrio… salí y lo encontrarás…
Junto a cada necesitado, a los vecinos, a los comerciantes, abuelos, nenes jóvenes, trabajadores y también los que viven en las calles y están atados con drogas…
TE ESPERA…

“Poco tiempo después, Jesús se apareció a los discípulos a la orilla del lago de Tiberias. Esto fue lo que sucedió: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael, que era del pueblo de Caná de Galilea, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos de Jesús. Pedro les dijo: Voy a pescar. Nosotros vamos contigo, dijeron ellos.
Todos subieron a una barca y se fueron a pescar. Pero esa noche no pudieron pescar nada. En la madrugada, Jesús estaba de pie a la orilla del lago, pero los discípulos no sabían que era él. Jesús les preguntó: Amigos, ¿pescaron algo? No, respondieron ellos.
Jesús les dijo: Echen la red por el lado derecho de la barca, y pescarán algo.
Los discípulos obedecieron, y después no podían sacar la red del agua, pues eran muchos los pescados. Entonces el discípulo favorito de Jesús le dijo a Pedro: «¡Es el Señor Jesús!» Cuando Simón Pedro oyó que se trataba del Señor, se puso la ropa que se había quitado para trabajar, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron a la orilla en la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban como a cien metros de la playa.
Cuando llegaron a tierra firme, vieron una fogata, con un pescado encima, y pan.
Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.» Simón Pedro subió a la barca y arrastró la red hasta la playa. Estaba repleta, pues tenía ciento cincuenta y tres pescados grandes. A pesar de tantos pescados, la red no se rompió.
Jesús les dijo: «Vengan a desayunar».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era; ¡bien sabían que era el Señor Jesús!
Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio a ellos, y también les dio el pescado.
Ésa era la tercera vez que Jesús se aparecía a sus discípulos después de haber resucitado.”
Juan 21.1-14