Ayer, terminado el servicio, con unos amigos pastores viajamos 600 kms para estar solo una hora con un hombre maravilloso, Rudolph Bubik.

A pesar del cansancio valió la pena el esfuerzo.

Su salud solo le permitió estar conversando sesenta minutos, en los que hablamos de estos tiempos y fue sorprendente la unidad de en el Espíritu, la claridad de conceptos y la interpretación de los acontecimientos y la inminencia del regreso de JESÚS.

Luego oramos bajo una presencia de Dios extraordinaria y una emoción indescriptible.

Nos abrazamos y en medio de la lucha que enfrenta, nos despidió con un ALELUYA!!! que llenó su habitación.

Un pastor con todas las letras, un amigo entrañable de alma que les quiero presentar.

El siguiente es el capítulo 13 del libro “ÁNGELES EN TUS TUMBAS” publicado por la editorial Sudamericana.
Capítulo 13 | El buen Pastor

Corría el año 1948, y el mundo se dividía entre el capitalismo y el comunismo. Ambos, en expansión, se posicionaban en sus áreas de influencia, dominando económica o militarmente a los países más pequeños, con el objetivo de conformar bloques hegemónicos.

El comunismo avanzaba sobre Europa Oriental, como las dictaduras militares en Latinoamérica. Potencias contrapuestas posesionándose en el tablero de ajedrez internacional, sin medir las consecuencias y el dolor generado en los países y pueblos avasallados.

1968 fue el año en el cual Checoslovaquia –hoy República Checa– sufrió la invasión de los ejércitos rusos. Años oscuros se avecinaban.

La primavera de Praga con sus libertades y sueños, nació en enero del 68. Cuando el frío desciende por debajo de cero grado y la nieve lo cubre todo, retoñó la esperanza. Meses en los cuales la libertad fue avanzando paso a paso, procurando flexibilizar la burocracia, liberando la prensa y la expresión de un pueblo, con la meta de llegar a legalizar múltiples partidos políticos. El sueño de vivir en paz y libertad.

Aquella primavera, no tuvo verano. El 20 de agosto, las tropas Rusas entraron en Checoslovaquia. El estalinismo más cruel retomaba el poder.

Aquel verano desesperante, se extendió por años.

Rudolph Bubik, un joven pastor Protestante Pentecostal checo, supo prematuramente, por revelación divina, que los bolcheviques llegarían a las tierras de Juan Huss. Bohemia y Moravia, como en épocas pasadas, nuevamente serían invadidas por extranjeros.

En plena primavera comprendió los tiempos duros que se avecinaban.

Entrenó a su pueblo para vivir en medio de la opresión y seguir evangelizando en la clandestinidad.

Los años pasaban y en medio de la persecución y vigilancia constantes, la tarea de la iglesia, fiel con su pastor, crecía en medio de los riesgos. Ser sorprendido implicaba cárcel, torturas y la incertidumbre…

Ante la amenaza y el peligro, preparó a su grey, les dijo: “Deben decir que yo los forcé a evangelizar, deben inculparme a mí. Es preferible que sólo uno esté preso y no que todos seamos encarcelados…”.

Ellos se opusieron, pero con amor pastoral, les hizo comprender que no era sabio el sacrificio de todos. Sólo uno debía liberar al pueblo, exponiendo su vida, y ése sería él.

Los años pasaron en medio de sustos y de milagros. Muchas veces estuvo a punto de ser descubierto con literatura que hablaba de Jesús, la cual estaba terminantemente prohibida, pero siempre pudo escapar.

En 1982, tal como lo había predicho, el momento llegó. Rudolph fue puesto en prisión por predicar el evangelio, pero como pastor, cuidó a las ovejas.

Estando allí, encerrado en la cárcel, le tocó compartir la celda con un hombre que no conocía al Señor. Las tensiones y los interrogatorios de todo tipo se sucedían día tras día. La soledad y la inseguridad acerca de cuál sería su destino era una clase de tortura extra y permanente.

María, su amada esposa, llegaba hasta la cerca de la cárcel, pero le estaba prohibido visitarlo. Con dolor por no poder estar al lado de su esposo, un día oró: “Señor, yo no puedo entrar, pero tú sí puedes. ¡Entra en la celda, acarícialo, anímalo y cuídalo!”.

Mientras ella oraba desde afuera, Rudolph también oraba desde la celda. Las oraciones de María llegaron al cielo, y aquel día algo sucedió mientras ambos oraban unidos sin saberlo.

De pronto, el muro de atrás de la celda se abrió. Jesús mismo se hizo presente de una manera sobrenatural, abrazó a Rudolph y empezó a acariciarlo. Pudo sentir su olor, su dulzura, el toque de su mano…

Por un momento, el tiempo se detuvo, y la atmósfera de aquella gélida prisión se transformó. Todo comenzó a brillar.

Aquel instante jamás será olvidado, es recordado con lágrimas de gratitud por este pastor de pastores.

Cuando Jesús se fue, todo volvió a la normalidad, pero el compañero de celda asombrado le preguntó: “¿Qué fue lo que acabó de suceder? No he visto a nadie, pero sé que alguien ha estado aquí…”

Aunque los ojos espirituales de este hombre estaban cerrados, era consciente de que “algo” había pasado por allí. Él no había visto al Señor, pero Rudolph sí.

Cuando me contaba esta experiencia, en la sala de estar de su casa en Korin, él, Radek Smetana —amado amigo y traductor—, Gustavo Magadán —miembro del Cuerpo Pastoral del CCNV— y yo llorábamos como niños. El ambiente se volvió eléctrico, ese “Alguien” mayor que nosotros estaba allí.

Llegué a Praga procedente de Granada, España, donde el Pastor Daniel Palma me había regalado un cayado pastoril, de los que los pastores andaluces usan hasta el día de hoy. Aquél fue un regalo lleno de amor, y lo aprecié de manera muy especial.

En mi primera visita a Praga, cuando conocí a Rudolph Bubik, había quedado unido a él con una amistad inquebrantable.

Aun sin conocer esta historia, al recibir aquel amado y emblemático cayado, supe que tenía dueño. Con el mismo amor y la misma admiración, le entregué el cayado al Pastor Bubik.

Un verdadero pastor, de los que, como dice La Biblia, “da su vida por las ovejas”. San Juan 10:11 Evangelio según San Juan, capítulo 10, Verso 11, la Biblia

Quien ha tenido vivencias como éstas —Jesús me visitó acariciándome en forma tangible en uno de mis momentos más tristes— entiende el valor que tiene ese momento preciso.

Rudolph salió de aquella prisión y, durante los años de la resistencia, luchó con firmeza, convicción y valor por los derechos de los cristianos durante el período de ocupación.

Su papel fue tan importante, que durante décadas presidió las “Asambleas de Dios” y fue el dirigente cristiano más firme y representativo de República Checa. Un ejemplo.

Aquella experiencia le dio fuerzas para pelear, resistir y preparar al rebaño.

Hoy está en plena transición, delegando responsabilidades en forma gradual a un hombre de Dios con sangre joven, Martin Moldan.

Jesús nunca había estado lejos del Padre, pero, en ese momento, fue más importante estar con María Magdalena que el reencuentro que él tanto anhelaba. Los encuentros más fuertes de tu vida con Dios, los tendrás en los momentos de mayor tensión y mayor peligro.

No tengas miedo de entrar a tus tumbas. Allí te espera el encuentro más grande.