En los días más aciagos de la Patria en el siglo XXI, aquellos del comienzo del milenio, una voz dejó un mensaje flotando en el aire, para que todo aquel que se aferrara a él recibiera la promesa que portaba:

“Reúne consejo, haz juicio; pon tu sombra en medio del día como la noche; esconde a los desterrados, no entregues a los que andan errantes.
Moren contigo mis desterrados, oh Moab; sé para ellos escondedero de la presencia del devastador; porque el atormentador fenecerá, el devastador tendrá fin, el pisoteador será consumido de sobre la tierra.
Y se dispondrá el trono en misericordia; y sobre él se sentará firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia.”
Isaías 16.3-5

El punto final a la Corte Suprema de la mayoría absoluta, plagada de corrupciones e injusticias, dio inicio, en 2003, a un período al que se lo denominó como “VIENTO DE COLA”. Tal como predijo Isaías, ocuparse de la justicia social e histórica produjo la liberación del devorador que devastaba a nuestro pueblo.
Más de una década de circunstancias inigualables nos permitieron salir del fondo del abismo.

El presente nos golpea con un retroceso evidente.
Viejos actores condenados por Isaías vuelven a tomar protagonismo: el hambre, la desigualdad –la verdadera brecha– y la injusticia en todas sus formas.
Nada de esto es posible sin la complicidad de medios de comunicación que bombardean llamando verdad a la mentira (1) y los mensajes religiosos con apariencia de piedad (2).
“Aquello que fue, ya es”, tal como lo dijo el sabio en Eclesiastés 3.15a.

La consecuencia es reconocida como: “VIENTO DE FRENTE”.
Saquemos nuestras conclusiones.

El reconocimiento, la confesión y la restitución sanan el pasado.
Generan verdadero y permanente perdón que sutura las heridas.

Quiero dejar en el alma de todos las palabras del Apóstol Santiago. Dios nos ayude a reflexionar, arrepentirnos y buscar la verdadera salida a las maldades hechas en forma de ley (3) y a las plagas que ellas conllevan:

“Pero Él da mayor gracia.
Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.”
Santiago 4.6-10

JESÚS NOS ESTÁ ESPERANDO
EL AMOR DE UNOS POR OTROS ES EL MANDAMIENTO (4)

(1) Jeremías 9.1-3
(2) 2ª Timoteo 3.5
(3) Salmo 94.20
(4) Romanos 13.7-10