Un nene navegaba en una canasta de mimbre rumbo a un juncal donde una muchacha se bañaba.
El niño desconocía su futuro…
El cielo se rió y, entre risa y risa, se escuchó una voz tan tenue como un suspiro: “sonaste Faraón”.
Ochenta años faltaban transcurrir…
Langostas y piojos, todavía no nacidos, preparaban sus plagas.
El día llegará.
Entretanto, sostenernos viendo al invisible, pues ÉL está con nosotros todos los días hasta el fin.
LA BIBLIA DICE:
“Por fe, al nacer Moisés, sus padres lo escondieron durante tres meses; porque vieron que era un niño hermoso, y no tuvieron miedo de la orden que el rey había dado de matar a los niños.
Y por fe, Moisés, cuando ya fue hombre, no quiso llamarse hijo de la hija del faraón; prefirió ser maltratado junto con el pueblo de Dios, a gozar por un tiempo los placeres del pecado. Consideró de más valor sufrir la deshonra del Mesías que gozar de la riqueza de Egipto; porque tenía la vista puesta en la recompensa que Dios le había de dar.
Por fe, Moisés se fue de la tierra de Egipto, sin miedo al enojo del rey; y se mantuvo firme en su propósito, como si viera al Dios invisible.”
Hebreos 11:23-27 DHH