UN SALMO PARA ARGENTINA

 

 

Ayer, 24 de marzo, fue un día de emociones intensas.

Con la pancarta en la mano de mi hermano Juan Carlos, a quien nunca conocí, caminamos en familia delante de la histórica bandera, donde miles de rostros recuerdan los más de 30.000 desparecidos por la última dictadura cívico, militar y religiosa.

 

Entre nosotros, abundaban las lágrimas entrecortadas por alguna sonrisa al reconocer a algún amado que saludaba. Delante nuestro, como siempre, ella, Carmen, mi mamá del alma. Heroica, con sus 93 inviernos, en su silla de ruedas ilumina el camino, nos marca el rumbo cierto.

 

Allí estaba, rodeado por la historia, abrazado por sus brazos protectores de madre, junto a mis hermanas y hermanos, mis hijas e hijos y mis nietas. Tanto dolor contenido, tantas ilusiones intactas.

 

Es cierto, vivimos momentos difíciles.

El otro señor, que demanda servidumbre (1), ha desplegado toda su seducción teológica.

Tal como lo describe Francisco Quevedo, “poderoso caballero es don dinero” (5), fue delatado por Jesús en el sermón del monte, donde quedó expuesta su existencia e intensión macabra: robar el corazón del pueblo para lograr su perfecta esclavitud (5).

 

El sufijo “ismo” determina doctrinas, movimientos, sistemas.

Al aplicárselo al dinero, obtenemos el capitalismo, religión imperante en ateos y creyentes, que cultiva guerras y miserias como sus ofrendas más deseadas. Con su dogma, la doctrina del mercado omnipotente y omnipresente, domina los corazones más desprevenidos y abusa de las mentes más brillantes y engreídas.

 

Al llegar a la esquina de Avenida de Mayo y Perú, los gritos, aplausos y cariños me despertaron de la nube de mis pensamientos, recuerdos y emociones. Eran las chicas y chicos del Movimiento No Matarás expresando su cariño. Ellos colgaron una pancarta con dos versos del Salmo 85:

 

“La misericordia y la paz se encontrarán, la justicia y paz se besarán,

la verdad brotará de la tierra y la justicia mirará desde los cielos.”

 

La anhelada y verdadera liberación comienza en el alma, pues es el pueblo quien necesita emanciparse. Usar las riquezas como un medio y nunca hallar en ellas un fin al cual aferrarse.

 

Abrí mi Biblia para leer el Salmo y su título me sorprendió: SÁLVANOS OTRA VEZ.

Parece haber sido escrito para nosotros, el pueblo argentino.

 

Habiendo sido seducidos por el son de Mamón, tropezamos cayendo en la misma miseria que nos atrapó por ir en pos de vanidades ilusorias, intereses usurarios e inconfesables. El afán fue la cruel carnada que mordimos al abandonar la maravillosa y productiva solidaridad. Hoy con las alforjas llenas de promesas incumplidas, miramos azorados una deuda extendida, la pobreza desmedida, al tiempo que repetimos como loros las tele consignas del flautín diabólico que nos invaden, haciéndonos marchar convencidos hacia el precipicio de un cambio ya ruinoso. 

 

En pleno uso de mi rebelión, grito: “NO NOS HAN VENCIDO y NUNCA PODRÁN”.

Es hora de clamar una vez más a Jesús el Señor, quien nos sacó de otras ruinas recientes: ¡¡¡SÁLVANOS TAMBIÉN AHORA!!!

 

Por eso, creo indispensable que cada uno de nosotros ore el Salmo 85… pues en él encontramos el camino que nos lleva a la paz, la misericordia, la verdad y la justicia que prospera y bendice a todo el pueblo, sin discriminación ni egoísmo.

 

 

 

NUESTRA ORACIÓN

 

Señor, tú has sido muy bueno con este país tuyo; has cambiado la suerte… (2) has perdonado la maldad de tu pueblo y todos sus pecados (3); has calmado por completo tu enojo y tu furor.

Dios y Salvador nuestro, ¡lvanos también ahora…! (4).

¿Acaso vas a prolongar por siempre tu enojo contra nosotros?

¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se alegre por ti?

 

Oh Señor, ¡muéstranos tu amor, y sálvanos!

Escucharé lo que el Señor va a decir; pues va a hablar de paz a su pueblo, a los que le son fieles,

para que no vuelvan a hacer locuras.

 

En verdad, Dios está muy cerca, para salvar a los que le honran; su gloria vivirá en nuestra tierra.

 

El amor y la verdad se darán cita, la paz y la justicia se besarán, la verdad brotará de la tierra

y la justicia mirará desde el cielo.

 

El Señor mismo traerá la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia irá delante de él, y le preparará el camino.

Salmo 85 DHH

 

 

NOTAS:

 

(1) El otro señor que demanda servidumbre:

      Mateo 6.24 NVI

     “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno

      y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas.”

 

(2) Hiciste regresar del exilio a los que estaban cautivos:

      Salmo 126.1 RVC

     “Cuando el Señor nos haga volver a Sión, nos parecerá estar soñando.

      Jeremías 29.14 RVC

     “Ustedes me hallarán, y yo haré que vuelvan de su exilio, pues los reuniré de todas las naciones y

       de todos los lugares adonde los arrojé. Yo haré que ustedes vuelvan al lugar de donde permití

       que se los llevaran.»

 

(3) Salvos

      Salmo 32.1 RVC

     “Dichoso aquel cuyo pecado es perdonado, y cuya maldad queda absuelta.”

 

(4) Sálvanos también ahora

      Salmo 80.3 RVC      

     “¡Restáuranos, Dios nuestro! ¡Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvados! 

      Salmo 126.4 RVC     

     “Señor, ¡haz que volvamos de nuestra cautividad, y que corramos libres como los arroyos del desierto!”

 

(5) Poderoso caballero es don dinero. por Francisco de Quevedo (1580-1645)

      Madre, yo al oro me humillo, 

      Él es mi amante y mi amado, 

      Pues de puro enamorado 

      Anda continuo amarillo. 

      Que pues doblón o sencillo 

      Hace todo cuanto quiero, 

      Poderoso caballero 

      Es don Dinero. 

 

     Nace en las Indias honrado, 

     Donde el mundo le acompaña; 

     Viene a morir en España, 

     Y es en Génova enterrado. 

     Y pues quien le trae al lado 

     Es hermoso, aunque sea fiero, 

     Poderoso caballero 

     Es don Dinero. 

 

     Son sus padres principales, 

     Y es de nobles descendiente, 

     Porque en las venas de Oriente 

     Todas las sangres son Reales. 

      Y pues es quien hace iguales 

      Al rico y al pordiosero, 

      Poderoso caballero 

      Es don Dinero. 

 

      ¿A quién no le maravilla 

      Ver en su gloria, sin tasa, 

      Que es lo más ruin de su casa 

      Doña Blanca de Castilla? 

      Mas pues que su fuerza humilla 

      Al cobarde y al guerrero, 

      Poderoso caballero 

      Es don Dinero. 

 

      Es tanta su majestad, 

      Aunque son sus duelos hartos, 

     Que aun con estar hecho cuartos 

     No pierde su calidad. 

     Pero pues da autoridad 

     Al gañán y al jornalero, 

     Poderoso caballero 

     Es don Dinero. 

 

     s valen en cualquier tierra 

     (Mirad si es harto sagaz) 

     Sus escudos en la paz 

     Que rodelas en la guerra. 

     Pues al natural destierra 

     Y hace propio al forastero, 

     Poderoso caballero 

     Es don Dinero.