Si discernir es darse cuenta, el secreto es la distancia.
De nada sirve descubrir que esos hierros son vías y aquella luz que se acerca es un tren, cuando se encuentra a solo diez metros de distancia.
Es secreto es ver las cosas buenas y malas desde lejos, sobre todo, en tiempos donde, con presión, los poderosos intentan inhibir el pensamiento desde la potencia de sus bocin
as mediáticas.

El movimiento de la barca, el cansancio de una noche de trabajo y la frustración del fracaso, hacían de aquella mañana un momento donde la bruma se apodera de todo; querían terminar cuanto antes, sin importar el desenlace.

En definitiva, buscaban matar el hambre, porque la cita que los llevó a aquella playa de Galilea se había demorado y llenado el corazón de temores.

Momentos de incertidumbre, dudas que nos asaltan día a día.
Discernimiento es darse cuenta… pero ¿a qué distancia?

Una voz común e inesperada interroga y sugiere dónde arrojar las redes desde la costa. ¿Cómo reconocer si es bueno o malo aquel hombre, si desde la barca se divisa solo una silueta? Simple, arrojá la red. Sí, animate y hacelo una vez más; superá tu cansancio y, luego, analizá el resultado.

Cuando las redes sean tan pesadas que no las puedas levantar, esos 153 peces grandes serán las mejores razones para discernir quién es el que habla con vos.

FRUTOS, NO PALABRAS… DESDE LEJOS SE VE MEJOR.

“Entonces el discípulo favorito de Jesús le dijo a Pedro: «¡Es el Señor Jesús!»
Cuando Simón Pedro oyó que se trataba del Señor, se puso la ropa que se había quitado para trabajar, y se tiró al agua.” Juan 21.7 (TLA)

Pedro, no logró reconocerlo, fue Juan, el amado, quien desde lejos pudo discernir que era JESÚS quien hablaba con ellos.

Sin más que pensar, es momento de arrojarse al mar y nadar, ir a su encuentro. Maravilla su amor, pues en la playa nos espera un asado por preparado Él; porque, además del encuentro espiritual, sabe de nuestro hambre.

RECONOCER SU VOZ EN MEDIO DE LA BRUMA.
RECIBIR SU AMOR EXPRESADO EN CADA DETALLE.

Claves en un tiempo peligroso.

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
Así que, por sus frutos los conoceréis.”
Mateo 7.15-20 (RV1960)