Sus alamedas, prolijidad y valentía, inspiran, refrescan el alma.
Sus instituciones sociales muestran la madurez de un pueblo solidario.
Los bomberos son un ejemplo. Ellos, voluntarios, son una muestra de hermandad. En su cuerpo uno encuentra desde presidentes de la República hasta las personas más simples, que siempre marchan juntos, superando toda clase de diferencias políticas y sociales, conviven en servicio y en cenas de camaradería donde se entremezclan, valorando el simple y extraordinario hecho de ser humanos.
Su democracia perfecta y perfectible, solo admite la única mancha sangrienta del golpe militar de 1973 encabezado por el General Augusto Pinochet.
Me inspira Chile con su orden y su respeto.
Me duele Chile con el autoritarismo que la hiere tanto como las diferencias sociales. Estas quedaron al descubierto con la última tragedia y son fruto de políticas económicas con mucha propaganda en los centros financieros internacionales, pero con mucha tierra debajo de la alfombra.
Me sana Chile con presidencias como la de Michelle Bachelet, quien finalizó su mandato con el 84% de apoyo popular, habiendo achicado la brecha de desigualdad entre pobres y ricos, haciendo un trabajo social maravilloso.
Me provoca admiración Chile con la valentía de Salvador Allende y Ricardo Lagos.
Me emociona Chile con Neruda, Víctor Jara y Violeta Parra.
Y que decir de la Iglesia, que a principio del siglo XX recibió una visitación espiritual maravillosa, cuando los metodistas comenzaron una búsqueda espiritual en oración y fueron bautizados en el Espíritu Santo, hablando en nuevas lenguas y comenzando un avivamiento maravilloso, transformándose en los Metodistas Pentecostales. Ellos ignoraban que en otras partes del mundo, simultáneamente muchos grupos recibían la misma experiencia, que ha hecho del pentecostalismo el movimiento de mayor y más veloz crecimiento en la historia de la humanidad, un fenómeno sociológicamente único y espiritualmente maravilloso.
Mi amor creció cuando en marzo de 2008 pude participar de la Conferencia y asamblea anual de las Asambleas de Dios de Chile, en Frutillar.
Compartir tiempo con esos pastores hermosos, enriqueció mi corazón.
Una pastoral sensible y con un futuro sin límites.Cada charla, cada momento vivido quedó grabado en mi corazón.
Allí, en Puerto Mont, escribí una canción que es un lema hoy: “Sube la cuesta”
Hoy nos toca subir una cuesta y nosotros codo a codo con los hermanos chilenos.
Hemos orado para que la tierra se serene y comenzamos a trabajar para reconstruir las ciudades. La gran tarea como sudamericanos y como hijos de Dios.
Quizás dos estrofas y el estribillo de esa canción nos ayude, ubique y aliente en estos días:
“Aduanas fuertemente vigiladas
no dejan pasar nada de mentiras y de fraudes
esos si son buenos aires…
Nueva vida, esperanza y nuevos soles,
atravesando la frontera
los amores que esperas…
¡¡¡SI AVANZA CORAZÓN
MANTÉN FIRME LA RAZÓN
SUBE POR LA PRADERA DE CARICIAS VERDADERAS
SUBE LA CUESTA,
TEN ESPERANZA,
LOS CAMBIOS TRAEN CONFIANZA!!!”
Todos con Chile, nuestra amada y única Chile…