El siglo XX dividió al mundo en dos sectores antagónicos con proyectos diferentes: la derecha y la izquierda. Conservadores y comunistas se repartieron la geografía y, cada uno en su sector, se encargó de explotar a los países que cayeron bajo su órbita.
Jugando al ajedrez, cuando los EEUU puso sus misiles en Turquía, la URSS respondió colocando los suyos en Cuba.
Despojados de ideologías que distraen, hay en el mundo ricos poderosos y esclavos explotados.
El eje cambió y la división se hizo notable entre el norte y el sur.
Sin embargo, un factor impredecible apareció en escena.
Anticipado por el profeta Daniel y por San Juan hace 2700 y 1900 años respectivamente, la geopolítica y economía han cambiado.
La hora de la revolución silenciosa está en marcha…
Ha llegado la hora del cumplimiento del Salmo 85.10-13
“La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron.
La verdad brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los cielos.
Jehová dará también el bien, y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia irá delante de Él, y sus pasos nos pondrá por camino”…
En este siglo XXI, en el tercer milenio, comienza una etapa maravillosa en la cual la justicia imperará en nuestra tierra, que herida por más de dos siglos, ve la mano divina sanarla, quitando los dolores de pobrezas y miserias provocados por el hombre, quitando enfermedades endémicas.
La misericordia se encuentra con la verdad.
Es fundamental que la verdad se revele, porque ante su ausencia, las tinieblas todo lo cubren. A lo bueno se le llama malo y bueno a lo malo, haciendo misericordia con el victimario y no con la víctima bajo un lema muy conocido por nosotros como argentinos: “algo habrán hecho”…
Cuando la verdad impera, la misericordia se hace con los dañados, las víctimas; y el juicio cae sobre los opresores. Este es el encuentro más importante que se debe dar en nuestra tierra.
La justicia debe besarse con la paz, porque SIN JUSTICIA NO HAY PAZ.
Justicia legal, pero también justicia social, educativa, de oportunidades, de derechos…
JUSTICIA EN TODOS LOS ÁMBITOS Y PARA TODOS.
La verdad debe brotar de la tierra y eso se logra cuando en ella existe un pueblo que clama por conocerla. Es triste que Dios diga de su pueblo que es engañado por hechiceros: “Mintiendo a mi pueblo que cree la mentira”.
La revelación se opone a ésto y ella llega cuando el pueblo desea conocer la verdad y clama desde la tierra por ella; entonces, la JUSTICIA VIENE DESDE EL CIELO.
Si queremos hacer justicia por nuestros medios, seguramente, nos equivocaremos.
Es hora de procurar la verdad y, con ella, la justicia se manifiesta sola e inmediatamente.
Así, veremos el BIEN. Nuestra tierra producirá su fruto y llenará nuestros graneros.
Una nueva realidad se comienza a levantar, potente y justa.
Por eso, Dios pondrá delante nuestro sus caminos de JUSTICIA y en ellos andaremos, siguiendo Sus pisadas.