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MR. JONES Y LOS ESPEJOS MACABROS

By 9 septiembre, 2010diciembre 13th, 2014No Comments

Finalizando el Sha’ban, octavo mes en el calendario lunar islámico, comienza el Ramadán, el mes del ayuno.
En él, la comunidad musulmana busca un estado de paz que promueva la conciencia divina, evitando aún los cambios de ánimo exagerados.
Este año, el Ramadán finaliza el 10 de septiembre.

Paradójicamente, el 11 de este mes, se conmemora el noveno aniversario del atentado que derribara las Torres Gemelas en Nueva York, sumando un mayor contraste entre los millones que buscan la paz y los desquiciados que intentan destruirla.

Para completar el cuadro del horror, el pastor evangélico Terry Jones, ha decidido organizar la “Quema de Coranes” en Gainesville (Florida).
Mr. Jones, así le llamaremos de aquí en adelante ya que al parecer Charly García le habría dedicado su canción del disco Confesiones de Invierno, declaró a la prensa: “En lugar de que se culpe a nuestra Iglesia, ¿por qué no les mandamos un aviso? ¿Por qué no avisamos a los islamistas radicales que si nos atacan nosotros también les atacaremos?” … buscando, incluso, respaldo bíblico: “De vez en cuando se ve en la Biblia que hay momentos en la vida en los que hay que decir ‘ya basta’ y ponerse duro”.
Cabe citar que Mr. Jones es autor del libro: “El Islam es el diablo”.

El General David Petraeus, Jefe de las tropas de USA y de la OTAN en Afganistán, advirtió del peligro de esta acción, que además de injuriosa, otorga a los fundamentalistas musulmanes argumentos, al exhibir imágenes de ejemplares del Corán ardiendo y con ellas encender la furia de los fieles.

La comunidad europea y muchos países se manifestaron contra este atentado contra la paz. La Casa Blanca expresó su repudio, en tanto que el Municipio de Gainesville no autorizó la actividad. Sin embargo, Mr. Jones ha decidido seguir adelante desoyendo a todos.

Este episodio podría considerarse un acto aislado de un desquiciado, no obstante, los movimientos conservadores fundamentalistas de extrema derecha religiosa surgen en estos días generando preocupación.

Por ejemplo, el pasado 28 de agosto, en Washington, exactamente el mismo día y en el mismo lugar que hace 47 años el pastor y premio Nobel de la Paz Martin Luther King pronunciara el mensaje I have a dream (Tengo un sueño), en el marco de la marcha sobre la lucha pacífica por los derechos igualitarios para la comunidad negra en Washington, la evangélica Sarah Palin, como líder del Tea Party, y el mormón Glenn Beck, presentador estrella de la conservadora cadena FOX de televisión, montaron una concentración de miles de personas. Se manifestaron contra el presidente Obama acusándolo de racista contra la “mayoría blanca”, teniendo la caradurez de citar a Martin Luther King para ello.

Uno de los puntos atacados fue la decisión del retiro de las tropas en Irak que puso fin a la invasión mentirosa, ya que las armas de destrucción masiva nunca aparecieron.
Bajo lemas tales como “el retorno a valores perdidos”, el “honor nacional” y la “vuelta a Dios”, se enardece a una multitud sin medir los daños que se pueden ocasionar.
Se vieron algunos carteles con la cara de G. W. Bush con la pregunta “¿Me extrañan?”, evocando a un fundamentalista que inició guerras e invasiones y llevó al primer mundo a la peor crisis económica de la historia.

Preocupante es la imitación que algunos grupos y dirigentes latinoamericanos procuran hacer de estos grupos. Ya sea por admiración, o procurando el rédito político de polarizar las opiniones, apelan a los mismos mensajes puritanos y a métodos que van desde la ternura que atrae y convence hasta la firmeza que sin piedad prohíbe y aún exige la muerte de quienes piensan, creen o viven de una manera diferente.

Fundamentalismos: espejos macabros que reflejan a ambos lados la misma identidad de muerte, intolerancia y destrucción.

Saddam Hussein afirmaba que su gobierno era el resurgimiento del gran Imperio de Babilonia y, paradójicamente, allí fue donde se escribió el Salmo 137: en medio de la deportación, cuando los hebreos eran cautivos en el año 586 aC.
Esa esclavitud respondió a la dureza del corazón del pueblo judío, confrontada por el profeta Jeremías, quien denunció los abusos sociales producto de su alejamiento del Dios del amor y la misericordia.

“Junto a los ríos de Babilonia,
 allí nos sentábamos y aun llorábamos,
 acordándonos de Sion.
 Los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos,
 y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:
 Cantadnos algunos de los cánticos de Sion. ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová
 en tierra de extraños?
…
Hija de Babilonia, bienaventurado el que te diere el pago
 de lo que tú nos hiciste.
“Dichoso el que tomare y estrellare tus niños
 contra la peña.” Salmo 137

Antiguos y modernos religiosos, quienes bajo la distorsión de sus propios pecados se escudan tras palabras litúrgicamente hermosas, que parecen correctas y llenas de apariencia de piedad, pero que esconden vísceras de muerte, llegando a bendecir asesinos que estrellan niños contra las piedras. Asesinos bestiales que se ocultan tras sus creencias.

Ante la barbarie de la quema del Corán, debemos recordar las palabras del último poeta del romanticismo, Christian Johann Heinrich Heine, quien desde el siglo XVIII nos dice: “Donde se comienza quemando libros, se termina quemando hombres”.

Nosotros lo sabemos; poseemos el libro más quemado, la Biblia, y a lo largo de la historia, sumamos millones de mártires muertos en hogueras, desde las antorchas vivas de Nerón, pasando por la quema de los “infieles” precursores del protestantismo como Juan Hus (1415) y Jerónimo Savonarola (1498) a manos de las hordas papales, y llegando hasta nuestros días; el fuego de la ira religiosa ataca a los libros primero y a las personas finalmente.

Al pueblo musulmán, desde nuestro corazón, el más sentido pedido de perdón por las barbaridades de quienes se dicen cristianos pero no lo son, ya que niegan con sus actos la identidad de Cristo, quien murió por todos pero no mató, ni promovió la violencia, ni la muerte.

Al pueblo cristiano, un llamado urgente, debemos discernir los espíritus de aquellos que, como dijera San Pablo, “tienen apariencia de piedad, pero niegan la eficacia de ella”. Bonitos discursos con terribles propósitos: hablando en nombre de la fe, no dudan en aliarse a los más crueles representantes de sectores nefastos, que hablan su mismo idioma adulterado.

Llegó la hora que como “hijos de hombre”, con nuestras imperfecciones y debilidades, -nosotros, los de abajo, los nadie, los “sí Señor”, como dijera Teresa Parodi-, pongamos nuestros rostros contra la muerte y sus personeros, tal como dice el profeta Ezequiel en el capítulo 13:

“Y tú, hijo de hombre, pon tu rostro contra las hijas de tu pueblo que profetizan de su propio corazón, y profetiza contra ellas, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de aquellas que cosen vendas mágicas para todas las manos, y hacen velos mágicos para la cabeza de toda edad, para cazar las almas! ¿Habéis de cazar las almas de mi pueblo, para mantener así vuestra propia vida? ¿Y habéis de profanarme entre mi pueblo por puñados de cebada y por pedazos de pan, matando a las personas que no deben morir, y dando vida a las personas que no deben vivir, mintiendo a mi pueblo que escucha la mentira? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra vuestras vendas mágicas, con que cazáis las almas al vuelo; yo las libraré de vuestras manos, y soltaré para que vuelen como aves las almas que vosotras cazáis volando. Romperé asimismo vuestros velos mágicos, y libraré a mi pueblo de vuestra mano, y no estarán más como presa en vuestra mano; y sabréis que yo soy Jehová. Por cuanto entristecisteis con mentiras el corazón del justo, al cual yo no entristecí, y fortalecisteis las manos del impío, para que no se apartase de su mal camino, infundiéndole ánimo, 
por tanto, no veréis más visión vana, ni practicaréis más adivinación; y libraré mi pueblo de vuestra mano, y sabréis que yo soy Jehová.”

Por Guillermo Prein
Pastor Fundador del Centro Cristiano Nueva Vida