El presidente más popular de la historia del Brasil se despidió con su último discurso en Pernambuco, su estado natal, lugar que en el siglo XVII, estaba prácticamente en su totalidad ocupado por el QUILOMBO DE PALMARES, ejemplo de libertad, paz y armonía entre negros, mestizos y blancos.
Un lugar de producción que supo rechazar las invasiones de holandeses y portugueses, aboliendo la esclavitud.
En el discurso Lula afirmó: “Yo soy agradecido a Dios. De no haber sido por el dedo de Dios, no sería normal que un pobre de Caetés, que huyó del hambre, se convirtiera en presidente. El que no cree en Dios debe creer”.
¡¡¡GRACIAS A DIOS POR HABERLO HECHO!!!
¡¡¡Gracias Lula por dejarte conducir!!!
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