He visto y escuchado a muchas personas que practican esta curiosa forma de limpieza.
No procuran el arrepentimiento y el cambio, sino estrechar manos para tratar de ensuciar a otros y, entre tanta mugre, pasar desapercibidos.
Tendemos la mano fraterna a todo el mundo, escuchamos y ayudamos en la inocencia de amor, pero con la conciencia de creer solo en los hechos y no en las palabras.
Tal como nos enseñó Jesús: “por sus frutos los conoceréis”.
Obviamente, que ni “El Roto” ni yo, nos referimos a estrechar la mano de una persona, ya que Judas fue más allá y besó a Jesús para entregarlo.
Hablamos de quienes cierran alianzas, cerrando oscuros pactos estrechando las manos.
Nuestras manos limpias acusan la falsedad y suciedad de quienes quieren mimetizarse victimizándose para seguir sus “raids delictivos” o sus “negocios sucios”… Nuevos Pilatos a los que el tiempo se les termina.
¡¡¡CUIDADO A QUIEN LE DAS LA MANO!!!
Un desafío bíblico:
“No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.” Romanos 12.21
Mi texto lema que acompaña siempre mi firma:
“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” 1a de Juan 4.4