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SOCIEDAD: ABORTO | Algunas reflexiones

By 29 marzo, 2012diciembre 13th, 2014No Comments

PROBLEMÁTICAS INVISIBILIZADAS POR LA SOCIEDAD QUE LAS CONSIENTE COMO SI NO SUCEDIERAN SON ABORDADAS CON VEHEMENCIA CUANDO UNA LEGISLACIÓN PRETENDE LEGITIMARLAS.


Pareciera que el estado oculto y secreto vuelve permisivas algunas prácticas censuradas implacablemente en todo discurso. Ignoradas ex profeso son abordadas cuando alguien decide establecerlas en la sociedad regulándolas y reglamentándolas.

En enero de 1979, comencé mi labor pastoral en Villa Tranquila, Avellaneda.

Con mis recientes 18 años, vivía bajo la nube idílica del llamado a mi vocación: Servir a Jesús sirviendo a la gente… Hasta que mi primera consejería me despertó con un duro golpe: Delante de mí una pareja con su hija que aún no cumplía 12 años. La madre indignada, llorando con rabia, me dijo: “ahí está mi hija embarazada de su padre…”.Miré por un momento al hombre que estaba borracho como una cuba, hasta que la voz de la nena me sacó de mi estupor: “¿cómo tengo un bebe en la panza?…”, me pregunto con una mirada extraña, mezcla de inocencia y esa sensación de culpa que los chicos sufren ante una tormenta desatada en la familia, ignorando el por qué, pero presumiendo que ellos son el centro del desastre.

Aturdido por la realidad, me pregunté: ¿cuántas veces esa nena fue abusada? ¿desde cuándo se producían esos abusos, para que ella no manifestara dolor por lo ocurrido?

Comprendí que el tema pastoral no era tan fácil como yo había soñado.

Defiendo la vida desde su concepción a ultranza.

El pragmatismo pastoral me lleva a cuestionamientos que incitan a ver todo este drama para entonces abordar decisiones.

En primer lugar, debemos establecer cuándo se produce la concepción, dado que como en el Medioevo, los científicos católicos difieren en sus posiciones con sus colegas de otras religiones incluyendo al ateísmo.

Para unos, no hay concepción hasta que no se implanta el huevo fecundado en el útero, en tanto que para quienes devotamente responden a sus principios religiosos, esta se produce al ingresar el espermatozoide en el óvulo.

Imposible de ser aceptada bajo los dogmas que prohíben los anticonceptivos –hasta los condones-, si se comprobara la primera hipótesis, todo embarazo no deseado podría ser evitado con la famosa “píldora del día después”. Esto solucionaría muchos dramas y prácticas hasta ahora ilegales.

Preocupa ver el alto grado de desinformación que existen en temas sexuales en nuestro pueblo. Para muchos, hablar de prevención es un pecado capital.

Quizás, esa desinformación crezca porque en el seno de la familia no se habla de ello, mientras que la televisión y la internet fogonean a grandes y pequeños plagando el ambiente de sexo desde la mañana hasta la mañana siguiente.

Ante las carencias del hogar, la escuela surge como la alternativa para despejar incógnitas, pero con asombro, descubrimos que esta no cumple los programas obligatorios de educación sexual en tiempo y forma, ya que no se realizan o, si lo hacen son superficiales, con el único objeto de cumplir la currícula.

Además, la educación está sufriendo la invasión religiosa. Casos emblemáticos como los de Salta, donde la ley ordena la ENSEÑANZA OBLIGATORIA DE RELIGIÓN EN LOS COLEGIOS PÚBLICOS, hasta realidades como la de la Ciudad de Buenos Aires, donde se cierran aulas de la ESCUELA PÚBLICA (laica, obligatoria y gratuita), al tiempo que se aumentan los subsidios a las ESCUELAS PRIVADAS ($1.332.869.952 en 2012), siendo casi la totalidad de las mismas confesionales católicas o de credos afines. Se garantiza así la total desinformación de los chicos en temas de educación sexual, por la enseñanza sujeta al dogma emanado de una institución para la cual, según las enseñanzas de su Papa, el condón es un símbolo del averno.

Como una marca perenne, no puedo olvidar los ojos de aquella nena embarazada por su padre; el flagelo invisible de los abusos sexuales que, en su gran mayoría, se dan en ámbito de la familia.

¿Cómo podemos compatibilizar las estrictas normas religiosas para las consecuencias sin juzgar las causas…? quizás, por no querer abordar las culpas de la pedofilia.

He visto mujeres cargar culpas por abortos y otras culpables por la relación de amor-odio que mantienen con sus HIJOS-HERMANOS y otros incestos.

Dolores inenarrables se prolongan permanentemente en el trato cotidiano con el fruto del crimen del abuso, dificultan la cicatrización de las heridas del alma.

Trato de imaginar qué siente una mujer, que tras el horror de una violación, lleva en su seno al hijo de su violador. Sinceramente, es imposible lograr percibir ese sufrimiento.

No puedo comprender la doble crueldad a la que son sometidas por no haber sido instruidas para evitar un embarazo con la ingesta de una simple medicación.

¿Por qué los gobiernos –nacional, provinciales y municipales- no realizan una campaña intensiva en todos los medios de comunicación llegando en los horarios de mayor audiencia con la información que permita realizar la verdadera campaña “CERO ABORTO”?

¿A quiénes le temen? ¿Quiénes se incomodarían?

Debemos sacar las caretas que ocultan los rostros de la impiedad y luchar de una vez por todas a favor de la gente.

Considero que el aborto es otro problema, no una solución.

Si vamos a abordar el tema seamos profundos, sinceros y serios.

Es fácil condenar a quien traspasa las reglas de los dogmas y tener una crueldad a ultranza cuando se juzga a las víctimas que no consintieron las relaciones que dieron lugar al embarazo.

Las mujeres son doblemente violadas, pues por ignorar las medicaciones que pueden evitar el embarazo, al ser abusadas, recurren a un aborto en su desesperación.

También es un acto de maldad absoluta condenar a quienes por desconocimiento de los métodos anticonceptivos, al tener relaciones consentidas, generan embarazos no deseados.

No podemos imponer creencias y formas violando así la libertad con que Dios nos creó.

Toda esta crueldad se solucionaría con la debida instrucción, aunque ella viole los dogmas.

Sinceramente, no puedo comprender a quiénes juzgan y condenan lo que ellos se niegan a evitar con información y educación.

Me parece un grado de cinismo e hipocresía dignos de religiosos absolutistas.

Jesús no vino al mundo para condenar (1), por eso, seguiremos con nuestra campaña informando, previniendo, aconsejando para que la vida se manifieste en esplendor, aún cuando ella no fuese deseada.

Estamos para cubrir, proteger, ayudar y acompañar a niñas madres y sus bebés, quienes después de tomar una decisión tan valiente, afrontan un largo y escabroso camino. Cada día, intentamos hacer más liviano su esfuerzo personal, emocional, económico, educativo y social.

Utópico o loco, como quiera calificarme, sueño con el día en que todos los embarazos sean deseados, tiempo en el cual definitivamente sean erradicadas la violencia y las violaciones.

Sin juzgar a nadie que haya tomado decisiones diferentes a nuestras creencias, abrimos nuestros brazos para ayudarlos en todo.


No nos rasgamos las vestiduras por legislaciones que legitiman lo que es una práctica habitual en nuestra sociedad.


No es la Ley el problema sino la falta de educación y el amor por la gente.


Algunos por tener mucho y otros por no tener nada, son atrapados por la crueldad.

La ignorancia a la cual se condena a ciertas capas sociales es también una violación macabra e impune que avanza impúdicamente sin que se escuchen gritos fervorosos para detenerla.

Les dejo un pasaje de la Biblia en el cual medité hace dos días; creo que es claro y aplicable a toda problemática, no solo la económica, aunque huelo tras toda falta de educación el tufo a azufre de la avaricia que pretende robar a quienes mantiene cautivos en la ignorancia:

“Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él; pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas”.

1a de Juan 3.15-20

(1) San Juan 3.17 “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”.