NACER

LLEGA LA NAVIDAD, TIEMPO DE NACER…
EN UN PESEBRE, SE ENCARNÓ LA PAZ, EL AMOR, LA LIBERTAD, LA JUSTICIA… LA VIDA BAJO EL NOMBRE DE JESÚS.
LOS HOMBRES NO LLEGAMOS A COMPRENDER SU PALABRA, SU AMOR, SU DESEO DE IGUALDAD PARA TODOS, LA FRATERNIDAD EN LA QUE DEBEMOS VIVIR EN FELICIDAD.
POR ESO, ES CASI IMPRESCINDIBLE ESCUCHAR VOCES QUE REFLEXIONAN CON SABIDURÍA SOBRE TEMAS CLAVES.
ASUNTOS QUE EN SÍ MISMOS SON IMPORTANTES, PERO QUE SE VUELVEN VITALES AL HACERNOS REFLEXIONAR EN NUESTROS PENSAMIENTOS Y SENTIMIENTOS QUE NOS IMPULSAN, REVELANDO NUESTRO SER…
QUÉ CREEMOS, QUÉ DESEAMOS, QUÉ SOMOS…
EL RABINO BARUJ PLAVNICK Y EL OBISPO METODISTA ALDO ETCHEGOYEN NOS DAN A CONOCER SUS IMPRESIONES SOBRE EL DELICADO TEMA DE ISRAEL Y PALESTINA.
LEAMOS, PENSEMOS Y OPINEMOS.
ASIMETRÍA HISTÓRICA ÉTICA Y TEOLÓGICA
PARA LOS ÁRABES DESTRUIR A ISRAEL SERÍA UNA VICTORIA.
PARA LOS JUDÍOS DESTRUIR PALESTINA SERÍA UNA DERROTA.
por Baruj Plavnick

El Estado de Israel nació para responder a la necesidad del pueblo judío. Después de 2000 años de diáspora, exilio, sometimiento y persecución, el Sionismo fue un extraordinario, inteligente y audaz proyecto que pudo concretarse solo en las condiciones particulares y paradojales de la modernidad.

La creación del Estado de Israel también materializó un ideal espiritual del pueblo judío. Las memorias míticas ancestrales de los judíos, tanto como nuestros anhelos y esperanzas, están siempre ligados a la Tierra de Israel.

La creación del Estado de Israel trajo solución a algunos de nuestros problemas históricos y al mismo tiempo creó nuevos problemas y paradojas (por ejemplo hoy en día en el único lugar del planeta donde se mata sistemáticamente judíos por el solo hecho de ser judíos es en Israel. Solo en Israel la ortodoxia y el fundamentalismo tienen la legitimación oficial del Estado).

Pero no solo hacia adentro del pueblo judío la creación del Estado de Israel creó nuevos problemas, también se los creó a los árabes palestinos, es decir, a los árabes que habitan pacíficamente en esa región desde hace siglos (y aunque sea ingenuo decirlo y difícil probarlo, probablemente muchos de ellos sean descendientes de nuestro mismo pueblo que se acomodaron a los conquistadores de turno).

Sea como sea la realidad histórica, hay otra realidad: la del presente. Hoy, en la Tierra de Israel hay dos pueblos, el nuestro y el Palestino. Tal vez, muchos dirigentes palestinos fantaseen que podrán existir en paz si logran disolver o exterminar la presencia judía, lo que debemos tener en claro es que si los judíos no aceptamos positivamente la realidad del pueblo Palestino, el problema no lo tienen ellos; ¡lo tenemos nosotros!

Yo no sé qué le pasaría a los árabes si eventualmente lograran destruir a Israel (Gracias a Dios eso es muy remoto) pero tengo seguridad que a la inversa –si Israel destruye a los palestinos– sería un desastre colosal para el pueblo judío.

La amenaza más grande a la existencia judía no proviene de los enemigos externos, sino de la debilidad espiritual y moral dentro de nuestro pueblo, en Israel y la Diáspora.

El poderío militar de Israel obligó a un cese del fuego en Gaza, la debilidad política de Israel les otorgó ayer a los palestinos el reconocimiento en las Naciones Unidas.

Es muy difícil sostener una posición ética, es evidente que los palestinos apoyados más o menos explícitamente por los países árabes, la mayoría de los países musulmanes y no pocos cristianos sueñan con deslegitimizar al Estado de Israel hasta liquidarlo totalmente. En ese contexto crecen el número de judíos –dentro y fuera de Israel– que sueña con la oportunidad de aprovechar el conflicto para extender el control sobre mayores porciones de la tierra histórica.

Próximamente habrá elecciones democráticas en Israel (allí la democracia es auténtica). Yo le pido a Dios que ilumine a sus ciudadanos para que elijan dirigentes que sepan aplicar la misma inteligencia que vienen aplicando para crear una infraestructura militar eficaz para defender a Israel (y en consecuencia a todo el pueblo judío), ahora dedicada a crear bases sólidas de convivencia pacífica con los palestinos para todos los siglos venideros.

Ose Shalom bimromav hu iahase shalom aleinu, al kol Israel, ve al kol yoshvei tebel.

 

Rabino Baruj Plavnik
Fundación PARDES
Centro de Estudios y Promoción de la Sabiduría y el Arte del Ser Judío

 

VIENTO EN LOS OLIVOS
por Aldo Etchegoyen

El viento de la paz sopla sobre los olivos agitando sus ramas que se saludan entre sí con gran alegría. El viento les da nuevas energías que fortalecen sus frutos para proveer de aceite que haga girar los engranajes de la paz y los derechos de ser lo que anhelan. Los olivos ganaron y su tierra Palestina está de fiesta.

A pesar de que amenazan los bombardeos que siembran destrucción y muerte, los olivos hoy están de fiesta porque el viento que agita sus ramas no ha podido ser detenido por el alto y largo muro de cemento que los encierra.

El viento fue y es más fuerte que los muros y va soplando por todo el mundo que moviliza miles de personas que gritan.

“Dejen en paz a los olivos. Basta ya de tanta falsedad, basta ya de inventar motivos para guerrear, basta ya de firmar una cosa y borrar con el codo lo firmado, basta ya de robar territorio y sembrar cizaña.

Basta ya de gendarmes del imperio que hablan de libertad y luego la quebrantan, basta ya de tanto blableo de paz y luego seguir perfeccionando y utilizando sus armas para destruirla. Basta ya de sonrisas de plástico que esconden el veto de lo que no les conviene. Basta ya de  muros de cemento como también de presiones económicas y de poder hegemónico. Basta ya de comprar y vender hasta democracias.

Que en lugar de bombas lleguen palomas blancas a buscar ramitas de olivos para desparramar por todo lugar del mundo. Dejen en paz aquel pueblo.”

El viento de los olivos ha llegado a la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde 138 países han levantado sus manos diciendo ¡SÍ! al Estado Palestino, y más aún, a partir de las fronteras de 1967, lo que significa devolver el territorio ilegalmente ocupado, no más asentamientos, no más desplazados, que las fronteras sean lugares de encuentro en lugar de soldados y pedradas.

Suman 138 países que empujan la justicia en favor de la tierra donde han puesto sus raíces, votos en favor del pueblo que los plantó, los riega y los cuida.

Países imperiales y sus aliados han votado en contra, lo que muestra la voluntad de seguir utilizando el poder para atacar, matar y destruir. Votos en favor de operaciones militares que han sembrado tanto dolor, votos opuestos a la paz porque están al servicio del prepotente poder que alimenta la violencia de la cual ya han dado demasiados horribles ejemplos.

A estos votos en contra han seguido las palabras amenazantes de vuestro poderoso vecino detrás del muro, “lo sucedido no acercará más la paz sino que de hecho la alejará más… No importan cuántas manos se levanten contra nosotros”.

Le hacen coro otras palabras dichas desde más lejos, “es una resolución desafortunada y contraproducente, por eso hemos votado en contra”.

Solo siete votos en contra, ahora voces llenas de desprecio hacia 138 países pacíficos, voces que sorprenden por su soberbia fundada en el poder de sus armas.

A pesar de todo, los olivos, rodeados del pueblo Palestino y la gran mayoría de países del  mundo  están de fiesta. Seguramente también de fiesta aquel niño judío nacido en el pesebre de Belén, tierra Palestina,  llamado “Príncipe de Paz”.

Ya viene Navidad y el viento hace sonar las campanas.

Aldo Etchegoyen
Obispo de la Iglesia Metodista Argentina
Presidente de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos)