“Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba…
…oyendo, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él.”

El imperio de aquellos que se creen poseedores de un derecho adquirido a base de sangre, en la madrugada del domingo 10 de noviembre, produjo otro cobarde ataque.
Destrozos en el órgano de tubos, ofensas a símbolos emblemáticos y la evidencia de preparativos para un incendio colosal, esta vez, fueron la forma de mostrar los crujientes dientes de quienes no soportan la libertad.
Herederos de las tradiciones de antiguas, tétricos recuerdos de tiempos lejanos que anhelan retornar sobre nuestra patria, sumaron un nuevo episodio, en lo que parece un período de pruebas antes de lanzar toda su furia.

Como el 27 de setiembre pasado, nuevamente, fue atacado un templo de la Iglesia Metodista Argentina. Esta vez no fue un barrio rosarino, sino en la Avenida Corrientes, en el microcentro porteño, donde desde 1847, ilumina a la ciudad la Primera Iglesia Metodista Argentina. Desde su púlpito, en 1867, se predicó el primer sermón en castellano en la historia de nuestro país. El edificio actual data de 1874.

La Iglesia Metodista, baluarte del mensaje evangelizador y el compromiso social, es un estandarte del Evangelio encarnado comprometido con el pueblo. Atacarla, es un acto significativo con un objetivo amedrentador.

Avisos de quienes no resisten la sabiduría y el Espíritu con que ella habla desde la historia.

Queda suspendida en un aire enrarecido la sensación de encontrarnos en un laboratorio de pruebas. Maquiavélicas mentes evalúan la repercusión de los ataques en la sociedad, en un progresivo avance que amerita nuestro repudio más enérgico.

Movimientos de pinzas que combinan lenguajes componedores con ataques anónimos…
Más hermanados que nunca con la familia metodista, trabajamos por y para la paz.
Como Esteban, confiamos en JESÚS, a quien miramos claramente en medio de tantas nubes extrañas. Desde su Trono, hará resplandecer la verdad y la Justicia.

LLEGA LA JUSTICIA DEL CRUCIFICADO

“Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba.”
Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él.
Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios.”
Hechos de los Apósteles 6.10 y 7.54-56