Tras entrar triunfante en Jerusalén y desilusionar a la multitud respondiendo lo que nadie quería oír, JESÚS advirtió a sus discípulos del cambio que vendría en los tiempos y cómo la euforia se convertiría en furia contra su vida.

Debemos depender del Espíritu Santo, quien conoce los “tiempos y las sazones”, por eso, el SEÑOR cambió su mensaje para con los discípulos… No siempre es igual, ni siempre es lo mismo.

En este mundo, los reyes de los países gobiernan a sus pueblos y no los dejan hacer nada sin su permiso. Además, los jefes que gobiernan dicen a la gente: ‘Nosotros somos sus amigos, y les hacemos el bien.’ Pero ustedes no deberán ser como ellos. El más importante entre ustedes debe ser como el menos importante de todos; y el jefe de todos debe servir a los demás. Piensen en esto: ¿Quién es más importante: el que está sentado a la mesa, o el que le sirve la comida? ¿No es cierto que se considera más importante al que está sentado a la mesa? Sin embargo, vean que yo, el Maestro, les he servido la comida a todos ustedes.
Ustedes me han acompañado en los tiempos más difíciles. Por eso, yo los haré reyes, así como mi Padre me hizo rey a mí. En mi reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, se sentarán en tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel.”
Después, Jesús le dijo a Pedro: “Pedro, escucha bien. Satanás ha pedido permiso a Dios para ponerles pruebas difíciles a todos ustedes, y Dios se lo ha dado. Pero yo he pedido a Dios que te ayude, para que te mantengas firme. Por un tiempo vas a dejarme solo, pero después cambiarás. Cuando eso pase, ayudarás a tus compañeros para que siempre se mantengan fieles a mí.”
Luego, Jesús les preguntó a sus discípulos: “¿Recuerdan cuando los envié a anunciar las buenas noticias y les dije que no llevaran dinero, ni mochila ni sandalias? Díganme, ¿les hizo falta algo?
Ellos le respondieron: No Señor, nada nos faltó.
Entonces Jesús les dijo: “Pues bien, yo ahora les digo: el que tenga dinero, que lo traiga; y si tiene mochila, que la lleve con él. Si alguno no tiene espada, que venda su manto y se compre una.
La Biblia dice acerca de mí: ‘Y fue considerado un criminal’. Les aseguro que pronto me pasará eso.
Los discípulos dijeron: Señor, aquí tenemos dos espadas.
Y él les contestó: “¡Ustedes no me entienden! Pero ya no hablemos más de esto.” (1)

Mientras Él hablaba con los suyos, religiosos y políticos agitaban al pueblo que anhelaba ser libre del Imperio Romano.
La condena social forzó la crucifixión.
Sin que ellos se dieran cuenta, comenzaba la batalla espiritual más importante de todos los tiempos que generaría la libertad eterna para el hombre y la mujer.

Continuará…

 

(1)    Lucas 22.25-32 y 35-38 (TLA)