Tomarnos de la mano de JESÚS es la experiencia más hermosa que hemos tenido quienes lo conocemos.
En la vida, existen momentos de estrecha cercanía, y otros, en los que sin saber porqué, nos alejamos.
Hoy tuve una experiencia extraña…
Leyendo el capítulo 21 del Evangelio de Juan, tres versículos quedaron alineados a la misma altura en tres columnas consecutivas… Los versículos 7, 17 y 24, resplandecieron llamando mi atención revelándome un mensaje maravilloso.
Pedro, que había negado a JESÚS, convocado por el Señor, estaba con los discípulos pescando. Con la barca mar adentro, no divisaba quién estaba en la playa, hasta que oyó al pibe, Juan –el más chico de los apóstoles– exclamar: “¡Es el Señor…!”. Raudo, se tiró al agua y nadó en forma veloz, aprovechando las olas para llegar y, mojado, abrazar a JESÚS.
Mientras comían, el Maestro le pregunto tres veces: “¿Me amas?”. La insistencia entristeció al apóstol pescador, quien agobiado pronunció una frase que abrió su alma a la verdad: “SEÑOR, TÚ LO SABES TODO”.
Finalmente, Juan, aquel adolescente, ya anciano, escribe este relato declarando su honestidad… expone ante todos su vida y testimonio, “sabemos que dice la verdad”.
Cuando estés mal, cuando estés solo –como dice la canción–, no dudes, tirate de cabeza en el mar de la vida, aprovechá las olas de problemas, que ellas te arrastren hacia JESÚS, pues te espera en la playa… Abrazalo, así, mojado por el sudor de lo hecho y el agua salitrosa e imbebible de tus circunstancias.
No esperes estar presentable, porque ÉL LO SABE TODO…
Y solo reclama que cuides a los demás.
Finalmente, sé verdadero, pues te ama tal como sos.
¡¡¡RECONCILIATE YA!!!
No importa lo sucedido, nadá recto, rápido, hacia la orilla; sé vos mismo, porque JESÚS te ama y lo sabe todo.
PS: Si necesitás reconciliarte con alguien cercano o lejano, recordá: IMPORTA MÁS TU ACTITUD QUE TUS RAZONES.
Hacelo y sin explicaciones, que cuando llegue el tiempo debido, todo quedará claro.
TEXTOS BÍBLICOS
“Entonces el discípulo a quien Jesús quería mucho, le dijo a Pedro: Es el Señor!
Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa y se tiró al agua.
Por tercera vez le preguntó: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
Pedro, triste porque le había preguntado por tercera vez si lo quería, le contestó: Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo: Cuida de mis ovejas.
Este es el mismo discípulo que da testimonio de estas cosas, y que las ha escrito. Y sabemos que dice la verdad.”
Juan 21.7, 17 y 24