A mediados de noviembre de 2010, motivado por los acontecimientos y mi devocional de aquellos días, publiqué esta breve reflexión, que hoy considero más actual que nunca.
La realidad impacta, porque cuanto más se aleja de las promesas, más nos sorprende cuando se enroca cambiando todo panorama, “aunque parezca que se aleja, se acerca.”

17 de noviembre de 2010

Ayer, en mi devocional, meditaba sobre el momento en que Dios se cansó de Israel en el desierto.

Habiéndolos sacado de la esclavitud de Egipto, ellos creyeron saber más sobre la excelencia y no valorando la liberación y mucho menos la promesa de la tierra que recibirían, donde fluía leche y miel, vivieron en profundas quejas.

Ensalzaron a Aarón y como creyeron que Dios no era bueno, construyeron un becerro de oro para adorarlo y pedirle, en un intermedio de tiempo en el cual Moisés estaba en el monte con Dios.

La definición divina fue muy contundente: “PUEBLO DE DURA CERVIZ” y  Su decisión categórica: “NO SUBIRÉ CON ELLOS”.

Sin embargo el trato con Moises fue diferente: “TU ESTÁS BAJO MI GRACIA” “YO IRE CONTIGO Y TE DARÉ DESCANSO”, para finalmente mostrarle Su gloria, guardándolo en el hueco de la peña y cubriéndolo con Su mano.

La actitud de Moisés provocaba en el corazón de Dios reacciones diferentes.

Con el correr de las horas del día, al ver y oir las noticias, las reacciones de gente que protesta en el desierto, la bruma que se esparce para confundir haciendo que lo malo sea bueno y lo bueno malo, note un fuerte paralelismo.

Es simple analizar los frutos, las profecias y su cumplimiento para saber de donde se viene y hacia donde se va. De esa manera la bruma se disipa… de lo contrario te atrapa.

Posturas demandantes de quienes se olvidan todo, no recordando las profecías dadas, argumentados bajo sus posiciones; se niegan a ver la realidad o tratan de deformarla porque ella no es la totalidad de lo deseado.

Fue entonces que comprendí…

Caminar en el desierto en pos de una promesa, habiendo salido de la esclavitud y del desastre es todo un aprendizaje.

Cuando la profecía llega, como es un enunciado, todos festejan.

Los acontecimientos primeros, son celebrados por salir del oprobio, pero con el paso del tiempo el pueblo se vuelve exigente y no considera de donde salió y hacia donde se dirige.
Escucha a cualquier Aaron y adora a cualquier becerro. Becerro que ellos mismos construyen.
Entonces el dolor se aproxima.
Dios tremendamente respetuoso no camina con quien no quiere ir con Él.
Libera la tierra, derrota a los enemigos, cumple su promesa y entrega la tierra, pero su presencia se aparta.

Fue allí cuando descubrí porque lloré tanto al orar temprano en la mañana.

Solo podía decir en oración: “SEÑOR, NO ME INTERESA NADA SI NO ES CONTIGO”

Que Dios nos muestre su gloria.

El que tenga oídos, oiga.

“Jehová dijo a Moisés: Anda, sube tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré; y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo (a la tierra que fluye leche y miel); pero yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino.  

Y oyendo el pueblo esta mala noticia, vistieron luto, y ninguno se puso sus atavíos.

Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera que buscaba a Jehová, salía al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento.  Y sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba en el tabernáculo.Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés.

Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos.Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí…

…Te ruego que me muestres tu gloria.” 

Éxodo 33.1-4, 7-15 y 18