La muerte de un ser humano es siempre dolorosa.
Pienso en las hijas, la madre, la familia y amigos del fiscal Natalio Alberto Nisman y quisiera cobijarlos en el amor de Dios.
No puedo olvidar a las 85 víctimas y sus familiares que, en 1994, murieron en el atentado sufrido por todos en la piel de la AMIA.
El anhelo de nuestra alma es encontrar en cada rincón de nuestro país a la Justicia besándose con la Paz, como lo expresa el Salmo 85.
La sensación de la indefensión que el pueblo siente debe ser cubierta por la prédica, la oración y el amor expresado en acción por la Iglesia, que con su fe mueve las montañas de la impunidad.
La misericordia y la verdad se encontraron;
La justicia y la paz se besaron.
La verdad brotará de la tierra,
Y la justicia mirará desde los cielos.
Salmo 85.10-11 (RV1960)