Pensamientos inoportunos, políticamente incorrectos por no satisfacer a bando alguno, abordaron mi mente como corsarios nocturnos al observar la marcha del 18F.

¿Son probos los fiscales sospechados y denunciados que hablan de la justicia que ellos deben hacer…?

No comprendo que el Papa Francisco, como gesto elocuente en oposición a la marcha del 18F, haya recibido ese día a los integrantes del 18J (1) –denunciantes de los fiscales– y, al mismo tiempo, haya permitido que la Comisión Nacional de Justicia y Paz (2), organismo de la Conferencia Episcopal Argentina, apoyara y fomentara la marcha.

Medios de comunicación parciales no difundieron el durísimo comunicado de Memoria Activa (3) contra la marcha del 18F, en el cual, presentaron pruebas contra algunos de los fiscales convocantes por su accionar en la causa AMIA.

Me resulta inexplicable la beatificación del fiscal Nisman tras quince años de participación en la causa AMIA. Cinco de ellos, subordinado a dos fiscales principales que este año enfrentarán el juicio oral por la desviación en la investigación; los diez restantes, al frente de una súper-fiscalía con ochenta empleados. El 75% del tiempo de esta causa impune estuvo bajo su investigación.
¿Somos todos Nisman?, eso, ¿es bueno o malo?

Al observar el expediente de Antonio “Jaime” Stiusso, colaborador del fiscal Nisman, descubrimos que ingresó en los servicios de inteligencia durante la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, se sostuvo durante el imperio de la Triple A, la dictadura cívico-religiosa-militar, y prosiguió su ascenso durante todos los gobiernos democráticos hasta el pasado mes de diciembre.
¿Quién fue su padrino para lograr un ascenso sostenido en los organismos que son las cloacas del poder? ¿Por qué gobiernos impunes y democráticos, que representan a todo el arco ideológico, mantuvieron y acrecentaron su ejido? ¿Quién lo puso verdaderamente?

Es inentendible que el fiscal Nisman se reportara todos los meses –según documentan los cables del embajador a su país–a la Embajada de los EEUU y pidiera directivas, aprobaciones o presentara excusas según se desarrollaban los acontecimientos.

¿Somos todos Nisman? ¿Eso es bueno?

Si el ex embajador de Israel en Argentina durante el período 1993-2000, Isaac Aviran, en enero de 2014, reiteró lo que había declarado en 2010: “la gran mayoría de los culpables está en otro mundo y eso lo hicimos nosotros”, ¿por qué no se le pregunta a Israel quiénes fueron los autores del atentado? ¿Con qué fin pretenden mantener abiertas las causas?

No creo en el Poder Judicial argentino.
Juzgaría a los que debieran hacer justicia.

Al ver las multitudes en las calles el 18F, recordé el cuento del Flautista de Hamelin.
Tras expresar mi pensamiento políticamente incorrecto en una red social, alguien me increpó no inocentemente preguntándome:
¿Se refiere usted a toda la gente como ratas?
No ­–respondí con ingenua bonhomía­–, me refiero a los fiscales y jueces… hacedores de injusticia: flautistas de Hamelin. 

Fui testigo de las multitudes en las calles, desde mayo de 1973, cuando asumía su breve presidencia Héctor Cámpora, desairado luego, pues ni siquiera fue invitado al acto de asunción de la tercera presidencia de Juan Domingo Perón. Aquel año, muchedumbres que portaban heridas infringidas por la impune Triple A en la masacre de Ezeiza, nuevamente, llenaron la Plaza con esperanza.

Volví a ver a las multitudes en 1978, futboleramente felices, aclamando al dictador que saludaba desde el balcón de la Rosada. En 1982, el pueblo volvió a Plaza de Mayo para vivar a un General y a su guerra, como asimismo al Papa, presagio del dolor.
Meses después, de la mano de la CGT, otra vez, la gente llenó esas calles para reaccionar ante la dictadura y su razón económica.

Soñamos en masa, cuando en 1983, Alfonsín hablaba desde el Cabildo, y años después, lloramos emocionados cuando proclamaba que “La casa estaba en orden”, sin entender el cruel significado de impunidad contenido en aquella “prolijidad”. Carradas fueron detrás del salariazo de Menem y de De la Rua, con y sin cacerolas. Duhalde convocó hordas de insultadores furiosos, en tanto que el 25 de mayo de 2003, la gente renovó su ilusión hasta llegar a 2009, cuando las muchedumbres se dividieron en confrontación.

Gracias a Dios, las mayores multitudes de la historia presenciaron la fiesta del Bicentenario, donde el pueblo unido disfrutó y festejó ser argentino.

El 18F, la gente volvió a salir a la calle, esta vez, convocada por personajes que deberían ser juzgados, quienes son amparados por medios de comunicación parciales y políticos ambiciosos.

Como ciudadano curtido, supe que nadie puede exculparse, porque estos agentes, fiscales y jueces fueron nombrados por alguien, en tanto que otros, los sostuvieron en sus cargos.
Todos son responsables.
Como pastor, me indigné al ver, una vez más, a los flautistas de rostros cambiantes arrojar al pueblo por el abismo de la impiedad.

Decidí descansar; para conciliar el sueño, prendí el televisor…
En el programa “A dos voces” contemplé al dirigente del PRO, Federico Pinedo, emocionado por la manifestación y consternado por la reacción del oficialismo.
Quedé perplejo por la amnesia histórica que inoculan los comunicadores sociales, al exhibir a personajes como este legislador, quien reivindica las doctrinas y procederes de sus ancestros. Con ingenua expresión, omitió todo recuerdo de la autoría intelectual del asesinato del senador de la Nación Enzo Bordabehere y la culpabilidad en el suicidio inducido del “Fiscal de la República”, el senador Lisandro De la Torre, que le cupieron al imputado ministro de economía, es decir, su homónimo abuelo. Impunes hechos acontecidos en la fatídica década infame (1930-1940). Las investigaciones del fraude demostradas por De la Torre se cerraron con la tapa del ataúd del legislador asesinado en el hemiciclo del Senado, porque quienes quedaron vivos entendieron el mensaje.

Apagué el televisor y busqué refugio en la lectura… como un mensaje profético me impactó el título del libro de Gabriel García Márquez que estoy leyendo: Vivir para contarlo

Al cerrar mis ojos, recordé al profeta Isaías que define nuestro tiempo con exactitud: todas nuestras justicias son como trapo de inmundicia” (4).

Mis sentimientos y anhelos se unieron a los del profeta, tanto en la oración como en la advertencia: “Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.” (5)

Por sobre toda melodía de dulces flautistas, canté los versos que Charles Tindley, aquel pastor negro, compuso hace 114 años en los días de la violencia esclavizadora:
“solo con justicia viviremos en paz,
no tendremos miedo nunca más,
quiero que mi país sea feliz,
con amor y libertad…
en mi alma yo sé, con mucha fe, que
JUNTOS VENCEREMOS”.

Les dejo un video que explica cómo funciona la justicia argentina en tan solo 7 minutos, junto a una reflexión: “desgraciada la generación cuyos jueces (y fiscales) merecen ser juzgados”.

 

  1. Asociación 18J
    Sobrevivientes, familiares y amigos de las víctimas en el atentado a la AMIA
    https://www.facebook.com/pages/Asociaci%C3%B3n-18J-Familiares-y-Amigos-de-las-Victimas-del-Atentado-a-la-AMIA/459571430772059

  2. Comisión Nacional de Justicia y Paz: http://www.justiciaypaz.org/institucional/
    Comunicado de apoyo a la marcha:
    http://www.justiciaypaz.org/comunicado-de-adhesion-a-la-marcha-del-18-de-febrero/

  3. Memoria Activa: http://memoriaactiva.com/
    Comunicado por el 18F:
    https://m.facebook.com/memoriaactiva/photos/a.451690981595531.1073741826.451684978262798/962704087160882/?type=1&source=46

  4. Isaías 64.6 (RV1960)

  5. Isaías 26.9 (RV1960)

 

APENDICE | VIDEO DE 7 MINUTOS: RESUMEN DEL CASO AMIA