Una hija de Dios en el salvaje mundo de la política.

Descubrir personas íntegras en medio de un mundo líquido, donde cada quien adopta la forma necesaria para amoldarse al tiempo y las circunstancias –y así sacar provecho–hoy , es una ardua tarea.

La polución política produce desánimo y resignación.

Muchos, confundiendo rapto con huida, proclaman su santidad desde lo alto de la torre de marfil medieval, donde se aíslan de esta pecaminosa era.
Los tales olvidan el amor de Dios por este mundo (1) y su función como obreros de última hora, en las jornadas del atardecer de la humanidad (2).

Otros, imbuidos de teocracia, creen en modernas cruzadas moralizadoras, que solo pueden ser llevadas a cabo por insignes representantes divinos, ungidos para transformar este insufrible paraje en un nuevo jardín del Edén.

Dolores y fracasos ayudan a tomar contacto con la realidad. La pasión del llamado motiva a ofrendarse, saliendo en búsqueda de modernas y heridas comunidades de samaritanos (3).

Marina Silva, mi hermana, tuvo que soportar los crueles embates plagados de mentiras infames durante la pasada campaña presidencial en Brasil.

Sin duda, las heridas más profundas fueron producidas por el ex presidente Lula, en cuya administración Marina fue Ministra de Medio Ambiente, y Leonardo Boff, un eximio teólogo y ex sacerdote, quien la catequizó cuando ella era una niña que vivía en la selva.

Lula la acusó de ser un agente del imperialismo financiada por bancos transnacionales.
Boff la estigmatizó llamándola “fundamentalista evangélica” por su fe pentecostal, fruto de un milagro de sanidad en su vida.

Lo cierto es que Lula sabía que quien verdaderamente recibió millones de dólares aportados por los bancos multinacionales fue Dilma, no la austera Marina.

Por su parte, Leonardo, es un digno defensor del Papa Francisco, aquel que se escandalizó por la opulencia de Puerto Madero (4), lugar donde la Universidad Católica tiene su sede pagada con los impuestos de todos los argentinos.
Este doble discurso le permitió sentirse libre de pecado a la hora de mentir sobre el pensamiento, la filosofía y la conducta de Marina, pues nadie está más lejos del fundamentalismo que ella.

“Saúles” disfrazados de “davides”, que no dudaron en esgrimir toda su batería de maldad para ganar una elección, apoyando la agresividad de Dilma, quien procuró mostrar como signo de debilidad las lágrimas de dolor que vertió Marina.

Pocos días han pasado desde aquellas ruindades. Brasil se encuentra en un tembladeral pos eleccionario, fruto de promesas incumplidas e intereses malnacidos.

En medio de las indignadas manifestaciones de millones de personas, resuena una voz clara y serena, como da cuenta la nota del diario Página 12 en la edición del domingo pasado, cuyo título es más que elocuente: “Marina defendió a Dilma del embate destituyente” (5).

Clara y pura, con total ausencia de maldad egoísta, renuncia a la venganza dando prioridad al pueblo. Su voz no agrede, por el contrario, llama a la esperanza fundamentada en realidades que proponen una nueva manera de vivir y gobernar.

En una extensa nota titulada “El silencio se hace para oír” –de donde Página 12 extrajo sus palabras–, Marina hace un análisis de la realidad y sus propuestas para que esta crisis se transforme en un trampolín que impulse a Brasil a un verdadero cambio.

Durante muchos meses, guardé silencio al contemplar las maldades expuestas. Hoy, creo que la lección de vida, civismo y verdadera política que exhiben las mejillas golpeadas de Marina, merecen romper el silencio para llamar a propios y extraños a contemplar cómo debe ser la vida de un hijo de Dios que camina los violentos senderos de la política.

Más lágrimas que sonrisas, más silencios que palabras, más entrega, pasión, tenacidad y trabajo por el pueblo es la demanda a quienes eligen servirlo.

Sugiero leer un resumen de la nota de Marina. Traté de condensar aquellos pensamientos que trascienden las fronteras de la realidad brasileña.

Creo que es una lectura enriquecedora para todo aquel que quiera entender qué es hacer política o desee admirar a una persona a quien todos quisiéramos tener como líder en nuestras naciones. Prestemos especial atención a su actitud y sus propuestas, dado que los discursos éticos vacíos de contenido son simples mensajes electoralistas.

Con placer, les presento la nota de mi hermana Marina.

 

EL SILENCIO SE HACE PARA OÍR

por Marina Silva (6)

Mi silencio ante la actual política brasilera ha sido criticado por muchos.
Como dijo Mark Twain: “Los rumores de mi muerte fueron algo exagerados”.
Decidí no seguir la agenda convencional de la guerra partidaria y las disputas poselectorales.
Como ya he dicho, la polarización no es solo una disputa entre dos partes, es una cultura, un modelo mental que domina la política y la comunicación, algo difícil de deshacer.
He repetido infinidad de veces: el atraso político es la mayor amenaza que atenta contra aquello que conseguimos con gran dificultad: la democracia, la estabilidad económica y la inclusión social.
Este retraso nos estancó en un sistema político que degrada los procesos sociales de diversas maneras, entre los cuales, destaco tres:
1. El avasallamiento de los diferentes sectores sociales silenciados por los políticos profesionales.
2. La generación de gobiernos sin programas, que obedecen a las demandas de los diferentes sectores.
3. La discusión partidista por sobre el debate de ideas y programas de gobierno.
El poder por el poder, independiente de lo que se hace, piensa o dice, porque todas las ideas se reducen a piezas de marketing.

Solo una República renovada sería capaz de juntar los avances obtenidos por el proceso democrático: el trípode de la estabilidad macroeconómica, los programas de inclusión social y añadir a ellos un nuevo objetivo urgente, el de la sustentabilidad social y ambiental.

De este modo, a través de un nuevo pacto, Brasil puede evitar el retroceso y la pérdida de sus logros, superar el atraso político y actualizaría su entorno institucional para hacer frente a la crisis y los rigores de este tiempo cuando el mundo es sacudido por el cambio climático y la crisis económico-social, una verdadera crisis de civilización.

Muchas personas salieron a las calles a protestar. Hay una campaña pidiendo la destitución de la presidenta que fue elegida hace unos meses. Entiendo la indignación y rebelión, pero no creo que esa sea la solución. El resultado no sería el retorno al orden, sino la profundización del caos.

La cuestión se decidirá en los corazones del pueblo, en un nivel profundo en el que la ruin propaganda mediática y los gritos de guerra de la derecha e izquierda no penetran.
Solo aquellos que hacen silencio y observan atentos consiguen oír lo que dice ese corazón.

¿Hay alguna posibilidad de navegar en la crisis, estableciendo en la práctica, una nueva forma de gobernar en el país? Creo que es muy difícil.
Pero puede ser posible establecer algunos puntos de contacto entre los agentes reales de los procesos políticos, económicos y sociales, con base en los duros hechos reales.

La percepción de estar al borde de un abismo, que llama a otros abismos, nos remite a la enseñanza bíblica sobre la responsabilidad de abrir nuevos caminos y formas de caminar.
Todos estamos en el mismo barco, un país en una profunda crisis. Debemos establecer diálogos comunes y proyectos en los que los gobiernos estatales y locales, organizaciones de la sociedad civil, científicos, empresarios, movimientos sociales, comunidades, es decir todo el mundo que se siente listo para contribuir, pueda alcanzar una realineación política que da apoyo adicional a las bases nacionales.

Si no se puede tener una agenda de gobierno, tenemos que lograr acuerdos sectoriales y regionales sobre diversos temas. Una vez más, elegir los que nos parecen centrales.

Propongo cuatro puntos centrales.
En primer lugar, debemos aprovechar la crisis para generar una economía baja en carbono y así luchar contra un modelo que amenaza con destruir las economías urbanas y rurales. No debemos edificar la casa en el mismo lugar donde la derribó la lluvia.
Cambiar los métodos de producción y consumo, atender la crisis del agua sería un buen comienzo.

En segundo término, es necesario mejorar los programas y mecanismos de inclusión social.
Debemos institucionalizar, transformando en ley, el derecho a peticionar y recibir ayuda estatal de todas las familias en estado de extrema pobreza. Además, el Estado debe generar la formación técnica que produzca la inclusión productiva, pues la pobreza se supera con educación y trabajo.

El tercer paso debe ser la recuperación de los fundamentos macro y microeconómicos en un ciclo estructural y no meramente electoral. Fomentando la inversión productiva.

El cuarto escalón es el más urgente: la señal clara de confrontación directa de la crisis es la lucha contra la corrupción, que se extiende en todos los niveles de la economía y la política.
No podemos ser tolerantes con los “acuerdos de clemencia” que liberan de responsabilidades bajo el pretexto de la protección de las empresas. Estas pueden cerrar o reinventarse pero no podemos cambiar la legislación para salvar la piel de nadie.
Un mercado abierto no sólo requiere el “precio más bajo”, sino también la competencia leal con normas que protejan el interés público, el medio ambiente y a la población, con mecanismos de control y transparencia total.

Cada uno tiene una cuota de poder y gobernabilidad. He visto, en todo Brasil, ejemplos emocionantes de iniciativas personales, de comunidades, movimientos sociales, organizaciones de la sociedad civil, gobiernos estatales, locales y agencias federales.

No existe solo corrupción y maldad en el mundo, debemos mantener la esperanza.

Tengo muchas dudas y algunas propuestas. No me engaño a mi misma, sé que estamos en el comienzo de los problemas y lo más probable es que la situación del país empeore en los próximos meses. Pero insisto en que debemos confeccionar una agenda que genere nuevos compromisos, una posición –sin alineamiento automático con el gobierno o la oposición– a favor de Brasil. La política es servicio y todos debemos contribuir para mejorar.

La mejor energía para esta mejora siempre será la manifestación de la sociedad, pacífica pero indignada contra todo lo que amenaza el honor de su pasado, la dignidad de su presente y esperanza para su futuro.

Desde las calles siempre viene la voz de alerta: por encima de los intereses de los partidos y grupos poderosos se encuentran los intereses del país. Aquellos que sinceramente quieren servir al pueblo no deben perder la oportunidad de cambiar antes de ser cambiados por esos intereses malvados.

  1. Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. Evangelio de Juan 3.16-17 (NVI)

  2. Alrededor de las cinco de la tarde, salió y encontró a otros más que estaban sin trabajo. Les preguntó: “¿Por qué han estado aquí desocupados todo el día?” “Porque nadie nos ha contratado”, contestaron. Él les dijo: “Vayan también ustedes a trabajar en mi viñedo.”
    Al atardecer, el dueño del viñedo le ordenó a su capataz: “Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos contratados hasta llegar a los primeros.” Se presentaron los obreros que habían sido contratados cerca de las cinco de la tarde, y cada uno recibió la paga de un día. Evangelio de Mateo 20.6-9 (NVI)

  3. En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta
    pregunta: Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
    Jesús replicó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?
    Como respuesta el hombre citó: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.”
    Bien contestado –le dijo Jesús–. Haz eso y vivirás.
    Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
    Jesús respondió: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. Así también llegó a aquel lugar un levita, y al verlo, se desvió y siguió de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva.”
    ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
    El que se compadeció de él –contestó el experto en la ley–.
    Anda entonces y haz tú lo mismo –concluyó Jesús–. Evangelio de Lucas 20.25-37

  4. Nota del diario Perfil, sábado 14 de marzo de 2015
    “Francisco confesó sentirse usado por la política argentina”
    http://www.perfil.com/internacional/Francisco-confeso-sentirse-usado-por–la-politica-argentina-20150314-0024.html

  5. Nota del diario Página 12, domingo 15 de marzo de 2015
    “Marina defendió a Dilma del embate destituyente”
    http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-268173-2015-03-15.html

  6. El presente resumen de la nota en portugués, que se encuentra en el portal de Marina Silva, fue realizado por Guillermo Prein.
    http://marinasilva.org.br/silencio-se-faz-para-ouvir/