En medio de tormentas cuando arrecia la turbulencia, debemos soltar las anclas que aferran nuestra alma a dolores y angustias, frustraciones del pasado… Animarnos a cortar las amarras de nuestro timón, entregarlo en las manos de Aquel que prometió estar con nosotros siempre.
Izar la vela de proa… y así, dirigirnos solo hacia adelante, rumbo al destino que JESÚS nos ha prometido…

“ESTARÉ CON VOSOTROS TODOS LOS DÍAS HASTA EL FIN”

NO TEMAS, SOLO CAMBIA…
Pues nadando o flotando asido de una madera… llegarás a la meta
Nada ni nadie podrá hacerte daño.
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Texto bíblico:
“Al llegar el día, no reconocieron el lugar, pero vieron una ensenada que tenía playa, y acordaron hacer el intento de encallar allí. Soltaron las anclas y las dejaron en el mar; soltaron también las amarras del timón, izaron al viento la vela de proa, y se enfilaron hacia la playa.

Como encontraron un lugar de dos corrientes, hicieron encallar la nave; allí la proa quedó inmóvil y enclavada en la arena, pero la violencia del mar hizo pedazos la popa.

Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno tratara de fugarse nadando, pero el centurión quería salvar a Pablo, así que les impidió su intento y ordenó que los que supieran nadar fueran los primeros en echarse al mar para llegar a tierra, y que los demás usaran tablas, o algunos restos de la nave. Fue así como todos pudimos llegar a tierra y salvarnos.

Hechos de los Apóstoles 27.39-44 (RVC)