Un comentario con los dientes apretados

Hace unos días, visité al CCNV/Mar del Plata.
Escuché emocionados relatos de testimonios económicos en las palabras de abuelas y abuelos agradecidos a la bondad inexplicable de JESÚS.

También, me desayuné sobre la cantidad de jubiladxs y pensionadxs que viven allí su retiro, número que la coloca a la cabeza de las ciudades argentinas habitadas por adultos mayores.

Escuché los dolores pastorales expresados por Jorge “Chuza”, Erica y Pili, quienes en su celo evangelizador y pastoral tienden sus manos solidarias a todo necesitado.
Una mezcla de indignación y quebranto marcaba el relato por el reciente suicidio de un abuelo en el Hospital Español: “no les alcanza para comer, menos para pagar los remedios”.

¿Cómo alcanzar a tantos? ¿Cómo palear tanta crueldad?

Hoy, al enterarme de un nuevo suicidio, esta vez en una de las oficinas del ANSES Mar del Plata, mi alma se llenó de lágrimas y mi mente de profecías: anuncios dados al pueblo y a quienes son los responsables de la toma de decisiones.

Pensé en decir muchas cosas.
Pensé en contestar a las muchas acusaciones recibidas cada vez que proclamamos una profecía.
Pensé en increpar a los verdaderos responsables de las muertes.

El llanto y la bronca me ganaron.
Dije: “mejor me callo” y me fui a orar.

Me descargué delante de Aquel que nos entiende y traje una Palabra para meditar en ella y llenarnos el alma para seguir adelante:

“No se engañen. 
Dios no puede ser burlado. 
Todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará. 
El que siembra para sí mismo, de sí mismo cosechará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.
No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos.
Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”
Gálatas 6.7-10 (RVC)

Pienso, mientras escribo esta nota, en Pili, Erica y Chuza, junto a los hermanos del CCNV/Mar del Plata, asistiendo a los abuelos que se dieron cita en la fría noche en las puertas del ANSES del dolor. En ese amor derramado que no tiene ni sabe de descanso.

Pensando, comencé a contestar mensajes y, en uno de ellos, un amado hermano compartió conmigo este mensaje: “Pastor, oro y hace tres días que leo el Salmo 12…”.

BUSQUEMOS A JESÚS, QUIÉN NOS LIBRA DE LOS MALOS 
Y DE LA HUMANIDAD QUE EXALTA LA VILEZA
ÉL SE LEVANTARÁ PARA AYUDAR A LOS POBRES POR EL CLAMOR DE LOS HUMILDES

ORACIÓN QUE PIDE AYUDA CONTRA LOS MALVADOS
Al músico principal. Sobre Seminit. Salmo de David.
(Seminit es la octava más grave, como si David quisiera resaltar la magnitud de los tiempos que corren y la ferocidad de la gente malvada que avanza.)

¡Sálvanos, Señor, pues ya no hay gente piadosa!
¡Ya no hay en este mundo gente fiel!
Unos a otros se dicen mentiras; se hablan con labios zalameros e hipócritas.
Pero tú, Señor, destruirás todos esos labios; acabarás con toda lengua jactanciosa, que dice: «Con nuestra lengua venceremos.
Con los labios que tenemos, ¿quién puede dominarnos?»
Tú, Señor, has dicho: 
«TANTO SE OPRIME A LOS POBRES, 
Y ES TANTO EL CLAMOR DE LOS HUMILDES, 
QUE AHORA VOY A LEVANTARME PARA ACUDIR EN SU AYUDA.»
Las palabras del Señor son puras.
Son perfectamente puras, como la plata refinada en el crisol.
Tú, Señor, nos protegerás; nos salvarás para siempre de esta generación, aun cuando los malvados estén al acecho y la humanidad siga exaltando la vileza.
Salmo 12 (RVN)

 

 

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