Meditar y esperar

Soy pastor y por ello estoy acostumbrado a caminar varios kilómetros de más cuando alguien me pide seguir una legua.

Las últimas horas han sido de muchísima información.
Quienes nada decían de la desaparición de Santiago Maldonado se transformaron en los pioneros en primicias sobre el tema, generando ruido, mucho ruido, avasallante y saturador ruido.
Otros comentarios impunes por el blindaje mediático son INCALIFICABLES, sobre todo, cuando provienen de quienes votaron en contra de dar a conocer los secretos de la investigación de la desaparición de Julio López y, encima, usan su nombre.

Este dolor nos atraviesa hace 80 días. Acompañamos a la familia que sufre la ausencia de uno de sus hijos con la única pregunta: ¿DÓNDE ESTÁ SANTIAGO?
No acusamos ni elaboramos hipótesis de ningún tipo.
PREGUNTAMOS, ORAMOS y ESPERAMOS.
Sabemos en quién tenemos depositada nuestra FE y CONFIANZA.

Por eso, creo que debemos GUARDAR SILENCIO y ESPERAR.
Mensajes advertidos hace tres meses parecen hacerse realidad, por eso, aguardamos cautamente en oración.

El Salmo 37 es un canto a la esperanza de JUSTICIA y nos llama a aguardar: JESÚS la hará notoria, haciendo caer a los malvados que con impiedad prosperan, a quienes toman prestado pero no pagan y a aquellos que empuñan su espada contra el pueblo.

Sigamos el consejo del Salmo 37.7

GUARDA SILENCIO ANTE EL SEÑOR Y ESPERA EN ÉL.

Todo saldrá a la luz.

Les dejo la bendición del Salmo 134:

“Bendigan al Señor todos ustedes sus siervos,
que de noche permanecen en la casa del Señor.
Eleven sus manos hacia el santuario y bendigan al Señor.
Que desde Sión los bendiga el Señor, creador del cielo y de la tierra.”
Salmo 134 (NVI)