En el nuevo disco, que en días será público, la primera canción habla de David, un nadie, pero enfocada en una etapa especial de su vida, la del nadie perseguido.

“Huyendo”, así se llama –¡cómo me gustan los gerundios, ellos expresan actividad constante!–, en su parte final proclama:

“Huir de lanzas extrañas, mi primer objetivo,
buscando qué comer, me volví imaginativo.
Babeado y extraviado, me libré de mil peligros,
guardados en mi alma, de alegría canciones y gritos…

Y correr, correr, correr… como un loco dejarme ver,
y corrí, corrí, corrí, como un loco, corrí hacia Ti.

Y escribí en mil portales las promesas y verdades.
Y escribí en mil portales de los nadies libres e iguales”.

Los nadies, como David, se tornan peligrosos; son una verdadera amenaza al mundo –del griego kosmos: el sistema–, cuando el Todopoderoso los cobija.
Es entonces, cuando los nadies son desprestigiados, desaparecidos, asesinados.

Desde su “nadiez” (o “nadietud”, brutales neologismos) estorban, desafían, amenazan, porque no están solos.
Luego, se unen, organizan, estudian, aprenden; y, liberados, lideran con valentía y avanzan sobre gigantes. Los derrotan con simpleza: una honda y una piedra.

Tan débiles como sensatos, reconocen la necesidad de huir. Así lo demuestra el exilio de David entre sus enemigos, los filisteos, entre quienes disimuló babeándose y escribiendo en portales las promesas y verdades que se harían realidad.

JESÚS, siendo un niño, conoció esta batalla cuando con María y José, una familia de nadies, huyeron por dos años a Egipto, para evitar los macabros planes asesinos del encumbrado rey Herodes.

Hoy, me desperté meditando en las palabras de María cuando le fue anunciado el asombroso regalo de haber sido elegida para engendrar al Salvador.
Una adolescente hebrea que era tan consciente de los juegos de las alturas sociales: los de arriba y los de abajo.

Luego, al leer los mensajes, mi hermano me regaló un video con el discurso de la doctora Gabriela Dikel, rectora de la UNGS (Universidad Nacional de General Sarmiento) en defensa de la educación pública, laica y gratuita. Ella menta al gran Eduardo Galeano y su descripción de los nadies.

Si en el silencio de tu alma, al evocar tu historia, brotan lágrimas de dolor, frustración o impotencia por ser un nadie, es necesario que sepas que Dios siempre se vale de lo que no es*. Así es Él, busca en la bajeza y no en las alturas.

Paradójicamente, de las alturas derriba a los soberbios y poderosos, así lo proclama María, aquella muchacha que tenía el pasado de su pueblo oprimido por los romanos en su espalda, la realidad del Redentor en su vientre y el futuro de victoria para quienes, perseguidos, se toman de su mano.

“Entonces María dijo:
Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; 
Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen. 
Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. 
A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos.
Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre.”
Lucas 1.46.-55 RV1960

JESÚS TE AMA.
LA HISTORIA ESTÁ LLENA DE NADIES EXALTADOS POR SU MANO.
EL ESTÁ CON VOS TODOS LOS DÍAS HASTA EL FIN.

Texto citado:
*1ª Corintios 1.27-30 DHH
“Y es que, para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes, ha escogido a los que el mundo tiene por débiles.
Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia de este mundo, es decir, a los que no son nada, para anular a los que son algo.
Así nadie podrá presumir delante de Dios. Pero Dios mismo los ha unido a ustedes con Cristo Jesús, y ha hecho también que Cristo sea nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra liberación. De esta manera, como dice la Escritura: «Si alguno quiere enorgullecerse, que se enorgullezca del Señor.»”