Roma, la República, no soportó la expansión y el crecimiento de su dominio. Abatida por las disputas aristocráticas en competencia para alcanzar las magistraturas, se fracturó políticamente y sucumbió tras tres guerras civiles. En enero del año 27 aC, Cesar Augusto fue proclamado Emperador y así nació el Imperio Romano que, con su prepotencia, se erigió sobre la tumba de la República.

Casi un siglo después, un ciudadano romano llamado Saulo, oriundo de la ciudad de Tarso y conocido popularmente como “Pablo” por su baja estatura, se encontraba preso por una acusación infundada basada en falsos testimonios aportados por partidarios de la falange religiosa judía, quienes, habiéndolo difamado, levantaron a una turba desinformada que procuraba lincharlo. El Tribuno, la autoridad, al llegar encadenó a Pablo sin saber qué sucedía y lo arrestó sin acusación formal, ya que por el ruido no pudo entender lo que sucedía.

Esta “causa armada” caló tan hondo en la sociedad que hasta los “hermanos” de Pablo, los ancianos y el apóstol de la Iglesia de Jerusalén, Jacobo, creían los rumores y no se presentaron en su defensa. (1)

Como la falange procuraba asesinar a Pablo, lo trasladaron a Cesarea, para ser juzgado por el gobernador Felix. La crónica de los acontecimientos que se desarrollaron por más de dos años, cuenta:

“Como Félix estaba bien informado de este Camino, aplazó el juicio, y dijo: «Cuando venga el tribuno Lisias, me gustaría conocer más de este asunto.»
Luego, mandó al centurión que custodiara a Pablo, pero que le diera cierta libertad y permitiera que los suyos le sirvieran.
Unos días después, Félix llegó con Drusila, su mujer, que era judía. Mandó llamar a Pablo, y quiso oír acerca de la fe en Jesucristo. Pero cuando Pablo le habló acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó y le dijo: «Por ahora, puedes retirarte. En su momento volveré a llamarte.»
Es que Félix esperaba que Pablo le ofreciera dinero para soltarlo; por eso muchas veces lo llamaba para hablar con él.
Dos años después, Porcio Festo llegó para suceder a Félix, y como quería quedar bien con los judíos, dejó preso a Pablo.” (2)

Un ciudadano romano con prisión preventiva sin sentencia… solo para congraciar a una casta del pueblo.
Un gobernador macabro que interrogaba al detenido en búsqueda de cohecho… una República perdida.
Maniobras realizadas bajo el marco tenebroso de una legalidad presunta.
Eso sí, debemos agradecer que al reo le dieron alguna libertad para ser visitado por sus colaboradores.

Cuando el fiscal federal Federico Delgado sentenció: “todos los ciudadanos en Argentina estamos bajo libertad condicional”, no pude evitar establecer un paralelo con la historia de Saulo.
La violación de las garantías constitucionales con leyes, decretos y códigos de procedimientos basados en doctrinas apócrifas se han vuelto naturales, y el pueblo, arrasado por el aluvión mediático y los trolls, las acepta y difunde como una turba inconsciente, sin percibir el peligro en ciernes.

Felix quiso saber más de la fe y, cuando compareció, Pablo le habló de la Justicia: misión que el gobernador debía ejercer; del dominio propio: cualidad imprescindible de los magistrados para no dejarse llevar por sus impulsos, impresiones o las presiones que les intenten imponer; y, finalmente, del juicio venidero: universal y sin privilegios, al cual ninguna destreza, ni aún la más felina, puede esquivar.
El poderoso representante del Imperio se asustó, pero confiado en el poder político y mediático que lo acogía, no se arrepintió, es decir, no cambió de actitud ni de camino.

Llegó el tiempo de vociferar sobre la JUSTICIA, el DOMINIO PROPIO y el JUICIO VENIDERO.
Días para proclamar la advertencia profética que libera a oprimidos y sentencia a opresores.

Sin embargo, debemos resaltar que no es prudente ni saludable discutir con las falanges enfervorizadas ni con sordas turbas a quienes les fuera extirpada la razón con el bisturí de la desinformación.

La historia tartamuda nos demanda una respuesta, y nadie mejor que JESÚS para indicarnos qué hacer:

“Cuando Jesús llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. Y enseguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron.
Él les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos?
Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.
Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.(3)

NO DISCUTIR, CREER y REALIZAR LA MISIÓN, PUES MUCHOS NECESITAN LIBERACIÓN.
NO HAY IMPERIO QUE NO CAIGA.
VAMOS JUNTOS, ABRAMOS UNA BRECHA PARA RECUPERAR LA REPÚBLICA.

(1) Hechos de los Apóstoles 21.17-36 RVC abreviado
(2) Hechos de los Apóstoles 24.22-27 RVC abreviado
(3) Marcos 9.14-19 RV1960

 

 

 

 

 

 

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