Cuidado con los que se infiltran para deslegitimar las protestas de un pueblo cansado de ser saqueado. Maniobras para justificar represiones feroces.

Detrás de todo, están quienes acceden al gobierno por sus discursos de lucha contra el narcotráfico, al que “nunca pueden vencer”.

Apoyados por potencias con armas tan sofisticadas y precisas capaces de atravesar con un misil en el pecho a un General iraní, o mediante sistemas satelitales de control térmico determinar si lo que se desplaza en la espesura de la jungla es un puma, una gallina o una persona, NO PUEDEN DETECTAR LAS PLANTACIONES y LOS CAMPAMENTOS NARCOS.

¿Quiénes manejan la droga en las superpotencias?, “¿chicanos?”
¿Quiénes son los dueños del poder?

Estos verdaderos hijos del diablo necesitan un pueblo cada día más pobre, que acepte cualquier salario y ocupación, para saciar el hambre de sus hijos. Así logran “abaratar” sus costos, para seguir adelante con sus “business”.

Como pastores, debemos despertarnos y comprender el horror al que se enfrenta nuestro pueblo, que es llevado al matadero, y defenderlo recordando que “el buen pastor su vida da por las ovejas”.

“Así ha dicho Jehová mi Dios: Apacienta las ovejas de la matanza, a las cuales matan sus compradores, y no se tienen por culpables; y el que las vende, dice: Bendito sea Jehová, porque he enriquecido; ni sus pastores tienen piedad de ellas.
Por tanto, no tendré ya más piedad de los moradores de la tierra, dice Jehová; porque he aquí, yo entregaré los hombres cada cual en mano de su compañero y en mano de su rey; y asolarán la tierra, y yo no los libraré de sus manos.
Apacenté, pues, las ovejas de la matanza, esto es, a los pobres del rebaño. Y tomé para mí dos cayados: al uno puse por nombre Gracia, y al otro Ataduras; y apacenté las ovejas.”
Zacarías 11.4-7 RV1960

“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. 
Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. 
Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.”
Mateo 9.35-38 RV1960