En días violentos de grietas profundas, me pregunto: ¿de qué lado estará el Señor?
Sin dudas quiero estar con Él y, por eso, es bueno examinar nuestra alma en forma profunda, hacer un chequeo general de nuestra razón y nuestros sentimientos.

Como si estuvieras en el consultorio de tu médico, tengo una serie de preguntas como para generar una imagen primaria y general de nuestro estado. Respondete con sinceridad, no te chamuyes*. Recordá cómo reaccionaste al ver, oír o simplemente enterarte de episodios comunes en el día a día.

¿En quién estás confiando?
¿De quién esperás ayuda?
¿Qué te pone feliz?
¿Tenés esperanza? ¿En quién, en qué?
¿Cuál es tu reacción ante la gente que reclama o protesta por injusticias de todo tipo?
¿Qué te provoca ver a la gente en situación de calle o a quienes sufren pobreza e indigencia?
¿Cuál es tu opinión sobre los presos por causas armadas y lawfare?
¿Indagás sobre la realidad o simplemente creés todo lo que te dicen o muestran los medios y las redes sociales?

Tranquila, tranquilo, que ya vamos terminando, solo faltan tres…

¿Ponés por delante la honradez o el tener éxito de cualquier manera?
¿Cuál es tu reacción ante los extranjeros, los migrantes que conviven con vos?
¿Qué pensás de los planes sociales, pensiones y ayudas?

Ignoro cuál fue tu evaluación, pero tengo una recomendación infalible ante todo diagnóstico para  andar sana y sano de la mano con Jesús y, así, vivir felices y con seguridad en este mundo enajenado:

“No pongan su confianza en hombres importantes, en simples hombres que no pueden salvar, pues cuando mueren regresan al polvo, y ese mismo día terminan sus proyectos.

Feliz quien recibe ayuda de Dios, quien pone su esperanza en el Señor su Dios.
Él hizo cielo, tierra y mar, y todo lo que hay en ellos. Él siempre mantiene su palabra.

Hace justicia a los oprimidos y da de comer a los hambrientos.
El Señor da libertad a los presos; 
el Señor devuelve la vista a los ciegos;
el Señor levanta a los caídos; 
el Señor ama a los hombres honrados; 
el Señor protege a los extranjeros y sostiene a los huérfanos y a las viudas,
pero hace que los malvados pierdan el camino.
…el Señor reinará por siempre; tu Dios reinará por todos los siglos. ¡Aleluya!”*

Un recordatorio final, como hace el médico cuando te despide al finalizar la consulta; te recuerdo: para tener una vida intensa con el Espíritu Santo, rodeados de maravillas y milagros, para que todo te vaya bien, no es importante que Dios esté con vos sino, por el contrario, que vos estés con ÉL. Así funciona.

Es tiempo de desintoxicarnos de tanta maldad instalada como verdad.
El Espíritu Santo te llene de su amor y poder, dando vista a tus ojos para reconocer el camino.

*  Chamuyo, del lunfardo: frase o respuesta ampulosa sin contenido.

** Salmo 146.3-10 DHH